Fernando Gago, con la pintita de crack que tiene, era por lejos el mejor de Boca, pero en soledad no le alcanzaba para amansar a ese dragón de la mediocridad que, por estos días, con su temible lengua de fuego, quema todas las ilusiones boquenses de ver una mejoría general en el equipo. Fernando Monetti, uno de los arqueros jóvenes que parece tener destino de Selección después del Mundial 2014, se mandó una macana propia del puesto y cuando nadie lo esperaba, fue decisivo para que los dirigidos por Carlos Bianchi llegaran a la igualdad temprano en el segundo tiempo.
Finalmente, fue empate. Más de lo mismo para ambos, aunque Gimnasia, que otra vez apuntó durante todo el segundo tiempo a rescatar algo de la Bombonera, se llevó ese puntito que colgará del arbolito de navidad, donde además rezará por quedarse en Primera el año próximo. Boca volvió a jugar mal. Sin excusas. Y eso que Bianchi le dio una mano al conjunto incluyendo a Erbes desde el minuto inicial del segundo tiempo. ¿Qué le pasa al Burrito Martínez? Oreja y Licht le cortaron los rayos a sus intentos por los costados y él, un buscador nato de posibilidades, se fue entregando sin luchar. ¿Dónde quedó aquel volante zurdo con pimiento que supo ser Sánchez Miño? Ayer no atacó ni defendió. Con la pelota fue un espanto y sin ella un fantasma en retirada, retrocediendo a los tropezones y vaciado del más mínimo concepto táctico. ¿Qué sucede con las Inferiores de Boca que no son capaces de proveer un par de marcadores de punta que sean al menos la mitad de lo que fueron el Negro Ibarra y el Vasco Arruabarrena? Cuesta entender que Marín e Insúa no muestren condiciones para afirmarse en un equipo que con algo de regularidad le daría la oportunidad de ser titulares sin mayores dramas. ¿Quién conoce el paradero de Burdisso, aquel zaguero central que en un pasado reciente, con goles y sobriedad, pedía a los gritos que se lo compraran a Arsenal?
Este recorrido parcial por algunas individuales relevan de mayores profundidades para comprender por qué Boca está tan mal. Por efecto dominó, ante la pobreza de algunas piezas el entramado colectivo no termina de articularse. Un botón que sirve de muestra: una jugada personal del juvenil Celeste, con desborde y centro pasado, fue todo lo que el local produjo en ataque en la primera mitad. Gimnasia, tal como sucede cada vez que sale de La Plata, piensa antes cómo complicar la llegada del rival a su arquero que en ubicar los caminos que lo llevan al arco de enfrente. Así y todo, amparado en el contraataque como fórmula ofensiva, Pouso cabeceó en soledad y Orion evitó el gol. Un rato después, Oreja le ganó a Sánchez Miño una pelota dividida, el balón le quedó a Mussis que de derecha, con definición arriba, ajustició al arquero. El cierre del primer tiempo entregó una conclusión: el Lobo disponía de una posibilidad clarísima de sumar tres puntos y mandar a Boca de vacaciones con una mochila cargada de frustraciones.
Pero, un poco por Erbes y mucho por responsabilidad del equipo visitante, el complemento empezó a desarrollarse en los 30 metros más próximos a Monetti. Rápido, Gigliotti convirtió el empate, Gimnasia siguió retrocediendo y Boca lo compactó en el área grande. El dominio local se consumía en presión y más presión hasta que Gastón Díaz arrancó en soledad y su larga carrera terminó con un derechazo en el poste. Se terminó el 2013 para Boca y su pobreza no pudo ser disimulada por la presencia de Carlos Bianchi ni por la que se suponía iba a traer Riquelme con su regreso a la actividad. Un año fácilmente olvidable empieza a ser parte del pasado. ¿Quién se anima a afirmar que en 40 días habrá otra realidad?