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Carta a una persona privada de su libertad: «Querido viejo Sergio»

Santiago de Cali, 04 de Julio de 2017

Estimado Sergio:

Espero que mi nombre te resulte familiar, pues aunque redunde he sido muy cercano a tu familia. Mi nombre es Jairo Triviño Arias, papá de José Luis y Natalia con quienes compartiste espacio escolar en Comfandi en las sedes “El Paraíso” y “El Prado” y uno de los frutos de sus vínculos de infancia en el colegio se cristalizó en un carro artesanal de balineras fabricado colectivamente por ustedes en las inolvidables Jornadas Complementarias de la sede “El Paraíso”. De antemano me disculpo por el exceso de referencias, la intención es que me identifiques sin lugar a equívoco y, de paso, despejar mi prejuicio respecto a que los jóvenes, muchas veces, suelen no retener los nombres de los amigos de sus papás con la misma facilidad con que lo hacen con los propios.
Viejo Sergio, esta carta la realicé por petición de tu mamá en ocasión de tu cumpleaños y no tengo la menor idea de como puedas recibirla, pero es un regalo que fluyó de corazón y debo decir, que es el más costoso que yo haya ofrendado, pues créeme nunca antes había consagrado tanto tiempo a la elaboración de un obsequio, y confieso que no hay nada más valioso en la vida, después de mí familia, que el tiempo. Has de saber que lo hice con inmenso agrado y si estuviese en tu lugar pediría obsequios como este, de papel, aquellos regalos cuyo contenido me invitasen a refrescar el alma, a reflexionar sobre el sentido de mi vida y a pensar la posibilidad de transformar lo transformable, sin importar dónde y en qué circunstancias me encuentre.
Ahora si viejo Sergio, con la confianza y la familiaridad con la que solíamos saludarnos; hubiese preferido que esta comunicación estuviese mediada por el estrechón de mano que solíamos darnos cuando ocasionalmente nos encontrábamos en alguna de esas alegres calles de ésta cálida ciudad o cuando visitaba tu casa, pero esta vez no fue así, seguramente dentro de poco lo será, eso deseamos todos los que te conocemos y apreciamos; soy conocedor de las gestiones y los esfuerzos que tu mamá y tu tío Carlos están haciendo para que recuperes tu libertad. Como podrás ir descubriendo la vida pareciera tener sus propias leyes y sus propias dinámicas de las cuales nuestra frágil condición humana no escapa, independientemente de nuestra condición social, cultural o económica. Con todo y eso, puedo decirte desde mi vivencia en calidad de padre, que tu actual situación, tan difícil, por cierto, es más deseable que la de mi sobrino-hijo Jonathan, a quien la vida puso en mi camino para inaugurarme como padre putativo junto con mi adorada madre, no sé si lo tengas presente; si él estuviese entre nosotros tendría un añito más que tú, pero al igual que todos, mi sobrino tampoco escapó a las leyes que solo la vida sabe imponer con rigor, de la cual está claro ninguno escapamos. Fue justo a tu edad, en este mismo mes del año pasado cuando su vida se apagó, sin que exista la posibilidad de que se vuelva a encender.
De seguro, puedo parecer un tanto atrevido, quizás irrespetuoso y definitivamente muy cómodo en mi apreciación al afirmar que tu actual situación es mejor que la de mi adorado sobrino-hijo; es un atrevimiento egoísta, pues sin duda estoy pensando sólo en mí, ya que elegiría sin dudarlo un instante estar en tu lugar y no en el de Jonathan. Pero por supuesto que lo haría y lo digo con la vehemencia que me autoriza el haber alcanzado ya a doblar justamente tu edad, pues aun así aspiro a vivir por lo menos 27 años más y sin poder evitar que a mis espaldas se celebrase, ahora mismo, una misa de aniversario en mi nombre en la cual el sacerdote diga: “Hoy conmemoramos un año más del fallecimiento del señor Jairo Triviño Arias, quien en vida fue…bla, bla, bla”. Eso me reafirmaría como un ser definido, acabado, sin posibilidades de superación, sin búsquedas, sin alternativas de transformarme en algo peor o mejor de lo que antes era; el equivalente a un cadáver que ya no tiene posibilidades de elegir.
Como podrás notar, mi comodidad al ponerme en tu lugar no es tan caprichosa. Ahorita mismo estoy recordando al reconocido poeta y escritor argentino, Jorge Luis Borges, en uno de sus famosos relatos, que lleva por título: “El inmortal”, refiere allí de manera fantasiosa, pero crudamente real, una conversación que sostienen un par de dioses o semi-dioses, quienes al separarse para continuar retozando y llevando su vida improductiva y relajada, justo en ese momento uno de ellos murmura: “…Homero y yo nos separamos en las puertas de Tánger; creo que no nos dijimos adiós”. Esa es una curiosa característica de los dioses quienes a la hora de marcharse nunca se despiden, ni se abrazan; conviene preguntarse: ¿Por qué los dioses al separarse nunca se despiden, a diferencia de los hombres quienes sí solemos hacerlo? Solo los humanos de todas las culturas tenemos por costumbre decir adiós, hasta luego, hasta la próxima vez, que Dios te bendiga, que la suerte te acompañe, que seas bien aventurado y frases por el estilo que aluden todas a la incertidumbre que implica separarse, pues no tenemos la certeza después de cada partida si podremos volver a ver a ese amigo o pariente de nuestros afectos. Un asomo de respuesta a ésta pregunta podría ser: los dioses no se despiden porque tienen la certeza que en su infinita existencia y aburrida eternidad repetida hasta la saciedad, algún día, en algún siglo o milenio posterior se volverán a encontrar; ellos tienen conciencia de su eternidad, se saben inmortales y por tanto se dan el lujo del derroche del tiempo a su antojo; en cambio los terrenales y frágiles humanos corremos una suerte contraria, sabemos también que nuestra vida es finitamente corta, a lo mucho alcanzamos las tres cuartas partes de un siglo, tenemos conciencia de nuestra pequeñez en un mundo infinito, sabemos que somos imperfectos en un planeta perfecto, nos angustia la idea de la nada, la injusticia, la idea del dolor; pero lo curioso es que es justo en la carencia, en el vacío y en la incertidumbre donde radica la esencia del hombre, el alma humana.
Quizás viejo Sergio te estarás preguntando ¿por qué éste man hace esa afirmación? ¡Hermano! Lo hago por que los hombres a diferencia de las cosas: los árboles, los minerales, las montañas, las piedras, las obras de arte, la técnica, están definidos por lo que son y sin la posibilidad de poder llegar a ser algo diferente a lo que de ellos se espera. En cambio nosotros, vos, yo y todos los que aun respiramos, somos seres que no estamos definidos, ni terminados completamente, por el contrario estamos en construcción permanente, tenemos la posibilidad de transformarnos en algo diferente a lo que hoy somos, lo que no sucede con una vaca, un árbol, una piedra, los cuales si están definidos, terminados y sin la posibilidad de ser algo diferente; nosotros en cambio podríamos, si así lo deseáramos convertirnos en artistas, bomberos, científicos, deportistas de alto rendimiento, hacernos campeones mundiales y como “Pambelé” decidir, luego de tanta fama, hundirnos en el mundo de la droga, o como Maradona luchar por vencer ese flagelo y continuar siendo un referente, o como Nick, ese reconocido personaje que nació sin sus extremidades, solo con cabeza y tronco, sin embargo decidió, una buena vez, (después de padecer mucha angustia, desear la muerte y darse contra el mundo durante mucho tiempo) que su vida tenía sentido y que solo él podría dárselo, y parar de sentir auto lástima y de auto maldecirse, de vivir vegetando y parasitando, para pasar a convertirse, primero en actor de circo, luego en actor de cine y recientemente decidió convertirse en un motivador internacional, de los que llenan amplios escenarios para transmitir ánimo y estimular a los frágiles espíritus, a personas que como nosotros dotados de todas las facultades físicas, sensoriales e intelectuales, pero que irónicamente no sabemos qué hacer con ellas.
Este personaje ahora se convirtió en escritor, ya publicó, hasta donde yo sé, su primer libro y con una fuerza anímica inusitada y de carácter, que solo él sabe de dónde la sacó; también conformó una familia, con una bella esposa, quien debió enamorarse posiblemente no tanto de su apariencia física como si de la fuerza y la belleza que este hombre físicamente incompleto cultivó dentro de sí. Tienen una niña, quien por fortuna nació completica y orgullosa de tener por papá uno de los hombres más completos del planeta, aunque le falten sus brazos y piernas y como si fuera poco este hombre también ha cosechado fortuna, sin tener que traquetear y vive feliz en una inmensa mansión en Estados Unidos, de donde es oriundo.
¿Qué podemos deducir de lo anterior mi viejo? Entre muchas cosas, que somos seres complejos, que andamos en busca de algo, lanzados hacia un futuro posible e incierto; es decir, que vivimos en proyecto mi hermano.
Mientras estemos respirando tenemos la posibilidad de diseñar un proyecto que signifique la tarea por la que valga la pena gastarnos la vida sin que tengamos que parecernos ni a “Pambelé”, ni a Maradona, ni a ese de guevón de Nick, que las debe tener bien grandes, ¡va la madre! Nos corresponde luchar por ser nosotros mismos, auténticos y no tenés por que esperar a salir de allá para empezar. A veces estar en la calle nos nubla, nos extravía, pues hay muchos distractores y obstáculos que nos impiden reconocernos, sentirnos, pensarnos la posibilidad de construir nuestro propio rollo de vida. Otro elemento, que se me ocurre relacionar como un obstáculo, está en consonancia con lo que el filósofo existencialista Jean Paul Sartre magistralmente escribió alguna vez: “Cada hombre es lo que hicieron de él”.
Esta frase es de un contenido fuertísimo, muy profundo, como acertado y apropiado, pues desde que nacemos hacen de nosotros algo, empezando por el lenguaje que nos condiciona, la religión que nos condiciona, el entorno político que nos condiciona, el inconsciente que nos condiciona, es verdad todo eso, pero en algún momento, se infiere de este pensador que, a partir de algún momento tenemos que hacer y decir algo nuestro, ser responsables de nosotros mismos, pero eso requiere coraje, berraquera porque no es fácil, pues a partir del momento en que hagamos uso de nuestra libertad vamos a decirnos seguramente pero ¡hijueputa! esta vida que estoy llevando es una vida rutinaria, mediocre, improductiva, enajenada, sin sentido y todo lo que queramos. Pero a partir de ese momento en que hagamos uso de nuestra libertad nos vamos a quedar solos, pues habremos salimos de la manada, del montón y eso lo tenemos que asumir, entonces a partir de ese momento pertenecemos a sí mismos y empezaremos a hacer elecciones propias y hacernos responsables de ellas; es así, mi hermano, como se conquista, de manera autentica, identidad propia, pensamiento propio, lenguaje propio y por supuesto un proyecto de vida propio.
Sin más preámbulos viejo Sergio, la anterior fue la mejor manera que encontré de recordarte que a tu edad, y no obstante la situación que estas afrontando en este mismo momento, tienes tantas posibilidades y oportunidades como tu mente lo permita. Te invito a que el tiempo que debas permanecer en ese lugar lo utilices para conocerte más de lo que creías conocerte antes de ingresar a él, no permitas que esta experiencia sea devastadora en tu vida, por el contrario, sácale el mejor partido al tiempo -que allá tiende a hacerse más largo- reflexionando, conociéndote, leyendo, estudiando, trabajando y por qué no: perdonando, para que al recobrar tu libertad a continúes cultivándote y aprovechan el respaldo y acompañamiento que tu mamá siempre te brindó y que tengo la certeza seguirá brindándote.
Mi invitación, viejo Sergio, es también a que conviertas esta vivencia en una oportunidad que te marque de manera positiva, te fortalezca el espíritu y el carácter. Y antes que nada , cultiva los vínculos con tus seres queridos, en especial con tu mamá que por más reparos que puedas tenerle es el ser más importante de tu vida, soy testigo directo de lo que vos y tu hermano representan para ella, más allá de lo que ella pueda manifestar con palabras lo he podido percibir con sus hechos, no solo ahora que estas fuera de casa sino desde que eras muy chicorio; vos sabes que con ella llevamos muchos años cultivando amistad, sin haber tenido jamás un desencuentro (para tu información hace ya más de cuarenta años que somos amigos) tu mamá se ha ganado mi admiración y aprecio por lo que representa como persona, como profesional comprometida, por la tenacidad con que ha afrontado la vida y los desafíos que ésta le ha impuesto y en especial el compromiso inquebrantable que ha asumido con la familia, ustedes: vos, tu hermano Sebastián, y la abuela, doña Mery Q.E.P.D
El lugar donde ahora te encuentras irónicamente podría ser el mejor escenario para que te des la oportunidad de sanar tu corazón y mejorar los vínculos con esa guerrera y poetiza que es tu madre.
Sin más por el momento, te envío desde la distancia un cálido, fraternal y fuerte abrazo Sergio, y quiero decirte que me gustaría visitarte, si estás de acuerdo por supuesto. Mucha fuerza de voluntad y cultiva la paciencia y ocupa la mente tejiendo sueños y proyectos que la calle espera los hagas realidad.

Atentamente,
Jairo Triviño Arias