Las mismas desatenciones, las mismas “pifias” y los mismos altibajos exhibidos a lo largo del campeonato condenaron a Central Norte en su último partido del año. Lo que parecía ser una victoria sobre San Martín de Tucumán terminó siendo casi una pesadilla. Es que el empate en dos tantos dejó un tendal de dudas en cuanto al futuro del equipo de Coleoni que prácticamente quedó afuera de la carrera por la clasificación, aunque matemáticamente los números parecen cerrar.
El lamento en el Martearena fue doble luego de ver cómo se erigía el goleador, Oscar Altamirano, casi del mismo modo que lo hacía Albano Becica para los tucumanos.
Luego de las primeras insinuaciones del santo tucumano, Central pasó a tener mayor control del juego y el Gordo Altamirano se encargó de ratificar esa leve supremacía con un preciso cabezazo que terminó en el fondo del arco tucumano. El cuervo pasó a ganar pero volvió a tener serios problemas en la puntada final. Apaza no pudo estirar la ventaja con un tiro libre que se fue muy cerca del palo, en cambio, Becica fue mucho más efectivo: su tiro libre dio en el poste y superó a De Giorgi. Tras el empate, el partido fue arco a arco, de Altamirano a Becica. El Gordo volvió a aparecer e hizo estrellar la pelota en el travesaño y el enganche del santo tucumano hizo revolcar al arquero cuervo con otro remate.
Central tuvo además más chances con un tiro apenas desviado de Apaza -la quiso poner en el ángulo-, con otro de Comini y uno más de Magno. El cuervo, por momentos, hizo circular la pelota a alta velocidad en ataque y cuando tuvo que raspar también lo hizo; cerró la primera etapa con una buena imagen pero con la cuenta pendiente de reflejar en el marcador su localía y leve superioridad.
En el complemento, luego de algunas dudas e imprecisiones, se escuchó en todo el estadio: “Ole, olé, olé, Gordo, Gordo”. Y sí, otra vez, Altamirano volvió a demostrar toda su clase para corregir una pifia de Aguirre y clavarla en un ángulo. El Gordo volvía a encender la ilusión.
San Martín no volvió a ser ese rival peligroso, cayó rápidamente en la confusión y su mejor jugador parecía que había desaparecido. Central debió a consolidar el triunfo parcial, pero Campos falló en el tiro penal que le habían cobrado a Magno y, cuando parecía que todo se encaminaba para un cierre tranquilo, apareció nuevamente Becica para marcar el empate con otro preciso disparo que De Giorgi no supo sacar.
Un brutal enfrentamiento
Otra vez los violentos de Central Norte, que dicen llamarse hinchas, dieron el más triste y lamentable de los espectáculos. En la cabecera norte del Martearena se reprodujeron imágenes de un enfrentamiento brutal entre los propios barras del cuervo. Las primeras peleas se sucedieron durante el primer tiempo, pero lo peor de la trifulca ocurrió en el entretiempo, cuando los barras comenzaron a destrozar las butacas del estadio con las que se tiraron a lo ancho de la tribuna.
El motivo del enfrentamiento sería un viejo ajuste de cuentas y podría estar relacionado a las entradas de favor otorgadas por los dirigentes. Estos, a su vez, observaban el lamentable episodio desde uno de los palcos y hasta recibieron visitas de algunos barras luego de las primeras peleas en la tribuna popular. En medio de la gresca apareció un grupo de infantería que intentó frenar a los violentos con disparos de balas de goma al aire. Pero la advertencia no dio resultado sino que crispó aún más los ánimos de los barras que pasaron a enfrentarse con los uniformados.
El árbitro santiagueño Jorge Sayago demoró el inicio del segundo tiempo por estos incidentes y pidió la intervención policial. Luego, la voz del estadio advirtió que si el enfrentamiento no cedía, el partido se iba a suspender definitivamente. Por suerte, la pelea terminó aunque el daño ya estuvo hecho. Una mancha más para un club que afronta un duro momentos institucional y que, además, deberá pagar por los destrozos en el estadio. Lamentable.