Al nombrar a Dino Saluzzi sucede algo muy contradictorio. Se trata de un artista del que hay mucho por decir y, a la vez, poco por afirmar. Lo que sucede es que este músico de sangre y corazón, que transitó por géneros tan disímiles como el folclore, el tango y el jazz y que compartió escenarios con glorias como Los Chalchaleros, llegó a tal nivel de maestría que muchos críticos hablan de él como “el bandoneonista inclasificable”.
Por eso Yatasto comparte una nota con el gran Dino. Auténtico, de conceptos claros y que invitan al debate, reconoce que su pensamiento le trajo inconvenientes en su tierra; la misma a la que decidió volver hace cuatro años después de vivir mucho tiempo en el exterior. En esta entrevista, Dino compartió su visión crítica sobre la música, la educación y la importancia de saber qué lugar debe ocupar la cultura musical en nuestra sociedad.
Qué los músicos sean familiares suyos, ¿fue por elección o casualidad?
Fue una cosa muy curiosa. Después de que uno estudia música y puede desenvolverse con soltura en el terreno técnico musical, sabe si se convirtió en un artista o en un verdadero maestro. Entonces, en mi familia descubrí que, aunque hay pensamientos diferentes, también existe un deseo común de romper con la cuadratura y el mecanicismo.
Esa afirmación es fuerte…
Es que en música es importante que, lo que está escrito en el papel inerte en forma de notas y pentagramas, tenga belleza. Hay que saber imprimírsela y eso se descubre con el correr del tiempo y a través de las habilidades naturales.
En este momento de su carrera, ¿disfruta más de tocar en vivo o tiene entre sus planes grabar un nuevo disco?
Digamos que una cosa lleva a la otra. Vamos a grabar el material que interpretamos actualmente. Tocamos todos juntos en vivo, como si estuviéramos en el escenario. Eso es lo que contendrá el disco. No nos gustan los métodos que se usan ahora de grabar por partes y superponerlas; no queremos ser el producto de la consola y la electricidad.
Si hablamos de espectáculos musicales, ¿qué le despierta esta definición?
Cuando uno dice espectáculo, se entiende un varieté. La música debe comprenderse como un instrumento de educación y materia de aprendizaje para el espíritu, no como algo que llama a divertirse. Pasa que este arte debe ser respetado y los músicos tenemos la obligación de defenderlo. Para divertirse, uno va al cine y a las peñas folclóricas donde se come, se toma y en ese estado de situación, recibe lo que algunos llaman música.
¿Y qué hay de los intérpretes que se definen como populares y sienten que se legitiman en estos eventos?
Lo resumiré claramente. Todo el que está en mi grupo, por ejemplo, estudió música. Son escritores, compositores y además, dirigen. Para que nos podamos desenvolver bien en lo que elegimos, esto es lo que se necesita y lo hago extensivo a todas las formaciones. Y cuando uno habla de lo popular, se refiere a ello de forma peyorativa. En realidad debe entenderse como lo que le gusta a la gente, ya sea una sinfonía, una buena obra folclórica, un tango o simplemente una buena música que despierte su sensibilidad.
Su visión es muy crítica…
Es que necesitamos saber que, para que el país pueda crecer y prosperar, hay gente que tiene que preocuparse y buscar una realización propia.
¿Considera que hay un manejo burocrático de la cultura en el país?
Yo diría que está en manos de gente que no conoce del tema y eso provoca una tremenda confusión. Todo el dinero que puede ir desde el Estado hacia la formación musical del que le interesa aprender, no está bien orientado porque los funcionarios tienen otros intereses. Nosotros no podemos desarrollarnos en las formas en las que nos representan, como el folclore y el tango, porque no sabemos cómo hacerlo.
Y ese círculo se retroalimenta…
Hay un lugar para cada cosa y cada cosa tiene su lugar. Yo creo que es muy difícil manejar asuntos que se desconocen.
Además de la formación y del conocimiento, ¿qué más hace falta para lograr una consolidación en lo artístico- musical?
Para mí, es difícil contestar esta pregunta porque creo que el potencial creativo que tiene la gente sobre diferentes quehaceres, es el que va a dictar el rumbo. Lo que sí puedo decir es que si en vez de usar la música para el bolsillo se utilizara como instrumento de comunicación y educación todo sería diferente. Hay conocimientos materiales que son necesarios para la vida pero también requerimos de saberes espirituales, porque sin éstos últimos no podríamos acceder a lo más importante que tiene la sociedad: la fraternidad. No hay que vivir discutiendo y peleándose por cuestiones de bolsillo. Además, no todas las cosas dependen de los políticos o los gobiernos, sino del pueblo. Ahí está la clave. (Fuente: Diario El Zonda / San Juan)
(VIDEO: Dino Saluzzi & Anja Lechner , «Ojos Negros»)