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Dyango: “No ha habido ni habrá nada que me llene tanto como la música”

Con casi 50 años de carrera, es comprensible que un artista se instale con pies de plomo sobre el escenario: firme, monolítico, carismático, seductor, totalmente convencido de lo que dice y hace. Por eso, no es de extrañar que Dyango derroche esas cualidades en sus shows. Pero la gira que encaró este año por Argentina, y que lo depositará esta noche en Salta, es distinta, porque es una anunciada visita final. “Gracias y adiós” es el nombre que el cantante catalán eligió para este último tour internacional. Y- ya se sabe- los adioses de último vagón tienen un filo especial que traspasa toda indiferencia. Por eso, cuando atiende el teléfono en su habitación de hotel (unos de los tantos donde se ha hospedado a lo largo de su ajetreada existencia), Dyango habla con el corazón partido en dos: de un lado late su presente de escenarios (últimos escenarios), y del otro, su futuro apacible en un pintoresco barrio de Barcelona.
Josep Gómez Romero, Dyango, el niño nacido en el seno de una familia donde la música se mezclaba a diario con los vapores de la cocina, dará esta noche su último recital en Salta. La cita será a las 22, en el Teatro Provincial (Zuviría 70). Las últimas entradas se podrán adquirir hoy, sólo en la boletería del teatro.
El catalán de voz arenosa que ha usado al amor y al desamor como el mejor argumento para sus canciones, se parará una vez más en las tablas. Pero no será un show más, porque este tipo de despedidas suenan a quinientas noches de recuerdos cayéndonos encima.
Con esta gira le estás diciendo adiós a los escenarios, pero la intención es seguir grabando discos, ¿verdad?
Sí, esa es mi ilusión. Dejo las giras enormes que he hecho durante toda mi vida y me dedicaré a grabar discos, porque a la música no la puedo dejar. Es una de mis debilidades y voy a seguir en ello, siempre y cuando se me quiera aún. Y también voy a seguir pintando, como he hecho durante tantos años. Cuando uno es mayor piensa en gozar de la vida de un modo diferente. Creo que ya estaría bien disfrutar lo que he conseguido durante tanto tiempo.
¿Cómo va a ser el show que darás esta noche en Salta?
Va a ser un recital dedicado al amor, sobre todas las cosas. La gente me conoce y sabe que solamente he cantado canciones de amor durante estos casi 50 años de carrera. Por supuesto, habrá temas nuevos y los tradicionales, que son los que la gente siempre pide. Somos siete músicos en el escenario, pero seguramente también habrá algún momento a solas con el piano. Porque la intimidad también es muy bonita y como yo lo sé hacer bien, pues… la gente lo agradece.
Siempre aclarás que para ser cantante, una buena voz no alcanza y que hay que saber “decir” la canción…
Así es. Y es algo difícil de conseguir cuando no se ha nacido para esto. Primero hay que nacer artista; después hay que cultivarse. Hay que estudiar, conocer la música en profundidad y escuchar composiciones importantes, no tonterías. Por ejemplo, música clásica, jazz, tango, cosas que te llenen el espíritu y que le aporten algo a tu carrera. Es lo que yo he hecho y pienso que me ha ido muy bien en la vida.
Vos que le cantaste siempre al amor, ¿te sentís afortunado en ese aspecto?
Mucho. He sido muy afortunado. Tengo una mujer que, creo, no me la merezco. Porque es maravillosa y vive por y para mí, igual que yo lo hago para ella. Tengo cuatro hijos. Mi madre me dejó hace cinco meses y tenía 102 años. Además tengo cosas muy queridas para mí, como lo son mi querida Barcelona y mi querido Bar‡a, que me tiene de cabeza. Soy socio del club. Hay algo muy dentro de mí que no controlo y que me hace sufrir muchísimo cuando el equipo no funciona bien.
¿Te deleitás viéndolo jugar a Messi?
Por supuesto! Dentro de la historia del Barcelona y del fútbol mundial en general, creo que ha sido el mejor jugador de todos los tiempos.
¿Cuál es tu lugar en el mundo?
Sin dudas, Barcelona. Allí nací. Me han tentado muchas veces para que me vaya a vivir a otros lugares que quizás hubiesen sido mejores para mi carrera y lo he rechazado. Es muy difícil dejar mi maravillosa ciudad. Pero si tuviera que elegir indefectiblemente otro punto, podría ser Argentina.
Y dentro de Barcelona, ¿cuál es tu sitio favorito?
Cualquier lugar de mi ciudad tiene su encanto, pero me quedo con el sitio donde yo nací: el barrio del Mercado de San Antonio. Lo más atractivo de este lugar es su gente. A sus edificios yo los descubrí hace poco, porque cuando eres mayor recién aprendes a contemplar lo que hay alrededor.
¿Qué es lo que más te ha hecho sentir realizado a lo largo de casi 50 años de carrera?
No ha habido ni habrá nada que me pueda llenar tanto como la música, que ha sido mi oficio. Hay gente que odia su profesión y tiene que aguantarse. Yo he tenido la gran suerte o habilidad de poder subsistir de lo que me propuse en la vida: ser músico y ser cantante.
¿Te acordás el preciso instante en que te dijiste: “Parece que canto bien; me podría dedicar a esto”?
Uf! De muy jovencito. Mi papá era músico y yo veía en casa cómo ensayaba en sus instrumentos. Así que desde muy pequeño yo quise ser como él. Y mi mamá cantaba maravillosamente bien. Lo primero que me enseñó cuando yo tenía 2 o 3 años era un tango que cantaba Gardel, “Noche de Reyes”, y que yo me aprendí completo. En aquella época no había castings, pero mi mamá me llevaba a concursos en la radio y siempre ganaba porque cantaba temas bien difíciles.
Los cantantes de muchos kilates, como vos, cuando se retiran, suelen decir que se alejan en el mejor momento de su carrera. ¿Lo sentís así?
Puede ser que sea así, pero no por uno, sino por la gente que al saber que te retiras te da un amor inconmensurable. La comunión con el público se potencia hasta la máxima ternura. (Fuente: El Tribuno)