Monseñor Mario Antonio Cargnello en la previa de la fiesta más importante de la Iglesia en Salta, el arzobispo habló de todo. Sobre desnutrición dijo que es un problema que hay que tratarlo «sin hipocresía». «¿Por qué después de la década que más plata ha entrado al país por el precio de los commodities estamos como estamos?», se preguntó sobre el gobierno anterior. De las religiosas involucradas en el escándalo de José López expresó que es «un dolor muy grande». Y, finalmente, le pidió a los salteños vivir un Milagro a pleno y renovarse en el marco del Año de la Misericordia.
¿Cómo ve la situación actual en Salta? Hace unos días murieron dos niños en Santa Victoria Este…
El problema de la desnutrición lo tenemos que enfrentar con serenidad, es de vieja data. En primer lugar, me alegro de que los salteños nos demos cuenta de que los aborígenes son nuestros hermanos, porque siempre los hemos ignorado. El departamento Rivadavia está en el mapa pero no sé si está en el corazón de toda Salta; sí está en el corazón de gente honrada que ha ido, se ha comprometido y trabaja. Son profesionales, médicos, educadores… gente que da la vida por aquella zona. El trabajo con los wichis tiene poco más de cien años y en eso han sido pioneros nuestros hermanos. La Iglesia católica ha tenido un trabajo muy fuerte gracias a los franciscanos y desde hace algunas décadas está la diócesis de Orán; tenemos un largo camino que recorrer. En ese sentido, es tan largo el camino que asume las necesidades básicas del ser humano como ser la educación para la comida, a manejar bien el régimen alimenticio. De hecho, frente a este problema ha habido una respuesta muy buena gracias a Conin y la unión de fuerzas del Gobierno con esa fundación para poder enseñar a las mamás a dar de comer a los chicos. Se está trabajando fuertemente en Morillo, por lo que tengo entendido. Yo he estado cuatro años, quiero mucho esa zona, ahora no voy porque tengo otra obligación acá. A mí me parece que tenemos que mirar al problema de la desnutrición sin hipocresía, sino con paciencia, firmeza, perseverancia, con un trabajo de educación y un trabajo de educación es intergeneracional. No nos asustemos ante los problemas, tenemos que dolernos frente a estos signos de debilidad como cultura y apoyar a los que están trabajando en serio en aquellos lugares.
En su discurso del año anterior en el Milagro, que es el que más resuena, hubo críticas… ¿Este año, qué tiene en mente?
Las críticas yo no sé… escuché algunas. Piensan que yo puedo haber hablado contra el Gobierno pero si lees el discurso no fue así, porque cuando hablamos del punto ciudadanía nos dirigimos al que iba a votar y yo lo que dije fue «voten con libertad, que nada los ate». Eso lo puedo seguir diciendo siempre porque lo aprendí desde chico. Nadie le debe nada a nadie en la civilidad. En el mundo civil vos trabajás y el gobernante tiene la obligación de crear condiciones que sean aptas para lograr el bien común. Entonces, lo que compartí con la ciudadanía es «sintámonos libres frente a las elecciones», estábamos a dos meses de las elecciones nacionales. Y, por otra parte, poco debo haber influido porque aquí ganó el partido que gobernaba en ese momento. Y luego me dirigí a los cinco candidatos para decirles que miraran tres rostros: los niños, los jóvenes y los ancianos, y que les devolvieran a los ancianos lo que tienen derecho, que era una jubilación justa, para que no se sientan dependientes de ningún gobierno de turno. Eso es todo lo que dije el año pasado, lo repito en cualquier circunstancia.
¿Y este año?
Me parece que el marco está dado sobre lo que dije al comienzo, el año del Bicentenario. El Episcopado ha propuesto el tema de la casa común. A partir de la imagen de la casa de Tucumán; una casa que incluya, que no excluya, que esté abierta a todos, reflexionar sobre eso cuando hable del punto de la ciudadanía. Pero es un punto, dentro del gran marco del Año de la Misericordia.
A nivel país vivimos una situación complicada. La UCA dice que el 20% de los niños sufre problemas nutricionales y que hay nuevos pobres. ¿Qué opinión tiene?
No estudié lo que publicó la UCA, pero por supuesto que me merece no solo toda mi confianza sino la aceptación por la profundidad del estudio y nivel científico que se maneja. El tema de la pobreza es, quizás, el tema más ofensivo interiormente para la Argentina. Voy a citar el himno del Congreso Eucarístico de 2004: «no es posible morirse de hambre en la patria bendita del pan». Es decir, que la pobreza suceda en una nación como Argentina es una bofetada a la dignidad de la Argentina, pero también es cierto que es un juego de perspectivas en quienes nos gobiernan. Hemos tenido un tiempo largo de un gobierno en el cual el concepto ha sido la distribución; el problema es si la distribución ha sido realmente equitativa, inteligente y, mirando a largo plazo, o ha sido más para paliar necesidades del momento. Luego se ha agravado con la cuestión de la corrupción, es decir, se ha dispuesto de los bienes públicos para cubrir intereses privados. Entonces nosotros tendríamos que hacernos la pregunta, ¿por qué después de la década que más plata ha entrado al país por el precio de los commodities estamos como estamos? Después viene un concepto político donde dicen «señores, tenemos que empezar a producir para que haya dinero legítimo y pueda levantar a todos». En ese sentido, hay que empezar a ceñirse un poco. La gente, eso lo sabrán ustedes mejor, comprende la dificultad del momento. Anoche escuchaba a un economista que decía que es como si tuvieras en tu casa diez gallinas ponedoras y con eso tiene que comer una familia de ocho. Por ejemplo, vos podés disponer de diez huevos pero un día decís corto el cogote de esta gallina, me hago el puchero hoy y al día siguiente no tengo puchero y me quedo con un huevo menos; al día siguiente corto el cogote de otra gallina… va mermando y llega un momento en el que va haber tan pocas gallinas que ya no te alcanza, el caso de Venezuela. Qué hacés vos como padre de familia, como no te alcanza ya no te alcanza: «chicos, vamos a comer un poco menos, tratemos de juntar algo y poner huevos a empollar, y que salgan nuevas gallinas». Entonces el problema no es tanto si vos sos liberal o más socialista y sino cómo respondés a la emergencia al momento, de tal manera que podamos salir a flote y que el impacto negativo de tener que ceñirse no caiga sobre los más pobres sino se distribuya equitativamente. Indudablemente, tiene que poner un poco de confianza en el que trabaja, en el que produce, en el que va hacer que haya más gallinas, pero el que también tiene esas posibilidades no debe comprar gallinas para comprarse 4×4, autos de alta gama, sino para que haya más gallinas para que todos, comiendo mejor, estar en una patria más justa. Ojalá Dios le dé prudencia a nuestros gobernantes para que tomen las decisiones justas de tal manera que si tenemos que sanear la economía para que se ponga al servicio de todos, sea acompañado por aquellos que pueden más para que no acumulen sino que sean verdaderamente solidarios.
¿Se priorizó el saneamiento de economía antes de ver cómo iba a repercutir en los más humildes?
Y no lo sé, mentiría si te digo que analizo eso porque no soy un experto en economía. A mí me ha gustado la decisión de devolver dinero a los jubilados. Otro punto favorable fue la extensión de la Asignación Universal por Hijo que me ha parecido muy buena del gobierno anterior y mantenida por este. Luego han tenido otras decisiones que han ido mejorando, que se han ido retractando para poder aumentar el número de «ponedoras». Es cuestión de los funcionarios del Ejecutivo y Legislativo ir estudiando para que se tomen las decisiones correctas en el modo correcto.
Nos hablaba de los casos de corrupción en el gobierno anterior…
(Interrumpe) No digo solo en el gobierno anterior, sería parcial si solo polarizo el gobierno anterior.
Hubo un escándalo con los bolsos de José López en el que se han visto involucradas religiosas, ¿qué significó esto para la Iglesia?
Un dolor inmenso. Me parece que él se desubicó, las hermanas le pueden haber dado confianza en el sentido que lo recibieron en momentos de dificultad, no sé qué pasó por su cabeza de creer que el dinero podía estar seguro ahí, no tengo la menor idea. Pero que nos ha golpeado, nos ha golpeado. No tengan la menor duda. Sigue doliendo.
¿Hasta qué punto la corrupción afecta la vida de la gente?
La destruye. Primero porque nos hace poner el centro de nuestra vida en el dinero, y el dinero es un bien que se acaba y no es la última respuesta a la felicidad; segundo, rompe la confianza porque se sostiene en la mentira.
Otro problema enorme es el narcotráfico. El padre Lozano dijo que el Gobierno anterior «minimizó el problema». ¿Cómo lo ve ahora, se están tomando medidas?
No sé si son suficientes y justas. Pero el drama te golpea. Conozco Salta completa, el avance de este verdadero flagelo ha sido terrible, y sobre todo cuando ves las caras de los chicos destruidos en las esquinas de nuestros barrios y vos sabés que el futuro se les acorta y te cuesta. No sabés cómo llegar, a pesar de que muchos de mis curas, gracias a Dios, trabajan, se ponen al lado, lo de la Fazenda (una asociación que trabaja en la recuperación de adictos), por ejemplo, va creciendo. Hay otros servicios de recuperación hechos por laicos y que lo hacen con un empeño, venciendo las trabas o falta de apoyo que quisieran que yo les dé y no les doy porque no me da el tiempo o no tengo recursos; pero ver el esfuerzo de la sociedad por luchar contra esto a mí me admira. Es una lucha de mucho amor. Nosotros podemos trabajar en lo que es consumo, pero no en lo otro es cuestión del Estado: la distribución, la verdadera mafia, que es un estado paralelo con muchísimo dinero que puede voltear Estados y se sostiene por el dinero que mueve. Frente a eso, por lo menos a nivel de declaraciones y algunas acciones, uno ve que algo se está haciendo, ojalá se acierte.
Hablando de los chicos, en estos días trascendió una polémica charla sobre el aborto en el colegio porteño Pellegrini, ¿cómo se debiera tratar este tema?
El tema del aborto hay que llamarlo por su nombre: es cortar una vida y la vida de un ser humano. Es convertir la fuente de la vida, que es el seno materno, en seno de muerte, en una tumba. Es un contrasentido existencial. Nosotros sabemos por la confidencia lo que un aborto hace en el corazón de una mujer y no solo de la mujer, también del hombre. Lo sabemos porque escuchamos, compartimos, y sufrimos con la gente y es así. Lo que tenemos que hacer es crear una cultura que respetemos a la mujer por esa condición de fuente de vida; pero las mujeres no están solas, también tiene que haber un acompañamiento del varón de respeto, complementariedad. Y en una cultura donde hemos vivido tratando de desligar la sexualidad de la responsabilidad personal y de reducirlo al placer, es muy difícil enfrentar eso; entonces buscamos soluciones fáciles. No asumimos consecuencias. Lo del aborto es como una expresión, quizás la más fuerte, de una cultura irresponsable a tal punto que, muchas veces, no es la mujer, es la familia la que induce a no descubrir el valor de la vida que tiene y de sentirla como una molestia. El tema del aborto exige un tratamiento verdaderamente integral. Tratarlo alegremente como si estuvieras hablando como un agresor, una criatura, como si fuera que te sacás la uña del dedo es un signo de una tremenda irresponsabilidad y decadencia cultural.
Hablando de la mujer, es impactante la cantidad de femicidios que han ocurrido en los últimos años…
(Interrumpe) Eso es terrible porque es un problema por sobre todo de nuestra región. El problema del machismo es muy fuerte en nuestro noroeste. Quién no conoce amigas que padecen este problema. Tenemos que crecer mucho, incluso porque hay algunos lugares donde el varón cree que es más varón si es agresivo con la mujer, y no es así. Ojo, muchas veces la mujer también entra en ese circuito y justifica cosas que no le tiene que justificar.
¿Qué mensaje da para los salteños en este Milagro?
Que lo vivamos con intensidad. El resto del Año de Misericordia es una oportunidad para pedirle al Señor perdón por las macanas que uno hace, pero hay otro paso… tratar de hacer crecer mi corazón en el sentido de misericordia con los hermanos y ahí la creatividad da para mucho, ¿qué podemos hacer para que este mundo sea mejor, más justo, más fraterno? Abrirnos mucho en el Milagro, porque es un acto de misericordia. El pueblo pide perdón y comienza de nuevo, como fue en la experiencia del terremoto.
fuente: El tribuno