Inicio » Cultura & más » Néstor Marconi: «Hay poco espacio para el tango si no trabajás para el turista»
EL BANDONEONISTA, QUE CUMPLE 50 AÑOS DE TRAYECTORIA MUSICAL, REFLEXIONÓ SOBRE LA ACTUALIDAD DEL TANGO, PROTAGONIZADA POR "EXCELENTES INSTRUMENTISTAS" QUE, SIN EMBARGO, ASEGURÓ, "NO TIENEN QUIÉN LOS ESCUCHE". YATASTO NOTICIAS & CULTURA

Néstor Marconi: «Hay poco espacio para el tango si no trabajás para el turista»

Figura de enorme recorrido en el género, compañero de escenario de los próceres de la estética, Marconi (nacido en Álvarez, Santa Fe, 15 de junio de 1942) enfatizó el esfuerzo que deben hacer los músicos contemporáneos que «tienen pocas posibilidades para tocar en Buenos Aires y se tienen que inventar un escenario para vivir del oficio».
«Hay una realidad viva del tango que está empujada por músicos jóvenes y ya no tan jóvenes, que conocen el género, su historia, aunque tienen el problema de que no existen lugares donde mostrar lo que hacen. Pero, en lo estrictamente musical, es un momento que tiene mucha fuerza», afirmó el bandoneonista.
«Hablamos muchas veces con los músicos de mi generación de los tiempos de Caño 14, de Michelángelo, de todos los lugares que había para el tango. Ahora funcionan algunos lugares turísticos, que tampoco son tantos igual, y lo que está afuera de ese circuito es un trabajo que se hace a pulmón. Hoy el mismo músico tiene que generar el espectáculo, producirlo y tocar», apuntó.
Marconi, quien fuera bandoneonista del memorable sexteto de Enrique Francini, ha compartido escenarios con artistas que trascendieron fronteras y lenguajes como Marta Argerich, Lalo Shifrin y Yo-Yo Ma. Ahora, con más de 50 años de carrera, lejos de sus comienzos en los estudios de LT3 de Rosario, el bandoneonista santafesino continúa vigente y ofreciendo conciertos.
A propósito del cumplimiento de sus 50 años de trayectoria, que en parte se reflejan en el estilo de arreglos y el repertorio de su último disco, «Robustango» (2014), Marconi reflexionó sobre la vigencia del lenguaje que mejor sabe interpretar.
yatastonestor marconi
– ¿Qué diferencias observa en la formación de los músicos de hoy y los del tiempo de oro de las orquestas de tango?
– Hoy hay notables instrumentistas. También van a aparecer letristas. Pero la cuestión es que hoy el poeta escribe algo y quién lo canta, quién lo graba. Es todo un problema. Los músicos de hoy son muy buenos, pero quizá lo que les falta es potrero, si lo decimos en términos futbolísticos. Porque hoy para tocar se tienen que inventar un escenario.
Si enfocamos la cuestión en el bandoneón, la escuela del instrumento de este tiempo es muy superior a la nuestra. Antes los bandoneonistas se hacían un poco a los golpes. Hoy el instrumento tiene un estudio que en otro tiempo tenían el piano o el violín, pero que le estaba negado al bandoneón.
– ¿Cuáles fueron los instrumentistas que, más allá de sus otras virtudes musicales, forjaron un desarrollo del lenguaje solista del bandoneón?
– Todo músico es una fusión de muchos otros, de muchas músicas. Pero destaco a Pedro Laurenz, de quien tengo el honor de tener uno de sus bandoneones. Ya en su época generó un lenguaje diferente del instrumento.
Después, claro (Aníbal) Troilo y (Astor) Piazzolla, aunque Piazzolla aportó más en lo musical que en relación con el instrumento en sí, además de que se constituyó en un eslabón con las siguientes generaciones.
(VIDEO. Oblivión de Astor, por Marconi)

Se llama en realidad Néstor Eude Marconi. Es Bandoneonista, director, arreglador y compositor. Nació el 15 junio 1942. Para Ricardo García Blaya es representante genuino de la horneada de grandes músicos de los años 70, es reconocido por su alarde técnico en la ejecución del bandoneón. Su digitación, velocidad y sincronización, son virtudes aceptadas hasta por sus críticos, que a tanto virtuosismo le contraponen una ausencia de sentimientos, una suerte de frialdad emocional. Es además, un notable orquestador.
Nació en el pueblo de Álvarez, próximo a la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, a 300 km de Buenos Aires. Se inició en la música de muy pequeño, apenas cumplidos los once años. Primero estudió piano y composición, pero su verdadera vocación se despierta cuando su padre le regala un bandoneón.
Su padre trabajaba de capataz en el frigorífico Swift, mientras el joven músico repartía su tiempo entre el estudio musical con un piano prestado y su otra pasión, el fútbol.
En el oficio de bandoneonista se hizo solo, fue un verdadero autodidacta que adaptaba al fueye lo que aprendía en el piano.
«Después, me puse a estudiar música en serio con el maestro Schneider, y armonía y contrapunto con Luis Mirisi. Por supuesto, escuchaba a los grandes maestros. En ese entonces me enloquecían Laurenz, Troilo, pero también Astor Piazzolla, con aquel quinteto donde tocaban Atilio Stampone, Szymsia Bajour. Escuchar también forma parte del aprendizaje.»
Debutó profesionalmente con apenas 16 años, en los estudios de Radio LT3 de Rosario con la orquesta de su profesor Schneider y por las noches, con un trío, en la boite La Marine que estaba en el centro de la ciudad. Luego formó parte de un cuarteto, Los Cuatro Señores del Tango —por el que antes pasaron varios fueyes, el primero de ellos Julio Barbosa—, que se lució en los recitales que armaba un grupo de la bohemia rosarina que se llamaba Tango Club Rosario. Lo integraban Clemente Vega en violín, Francisco Tejedor en piano y Nito Deniel en el contrabajo. «Hicimos recitales en casi todas las facultades de la Universidad de Rosario. Estaban de moda.»
Cuando todavía no había cumplido los 19 años, sucedió un hecho que cambiaría su historia. La orquesta de José Basso visita Rosario, en gira al interior del país, cuando imprevistamente se queda sin uno de sus bandoneonistas. El locutor que presentaba a la orquesta era amigo de Néstor y lo presenta al maestro. Su primer bandoneón, Juan Carlos Bera y El Tata Floreal Ruiz le toman una prueba, es aceptado y contratado para la gira.
Después se vino a Buenos Aires con toda su familia. El apoyo de su padre fue esencial en su carrera, hasta tal punto que éste pidió el pase a una dependencia que el frigorífico tenía en el barrio del Once. Se fueron a vivir a Victoria, en la provincia de Buenos Aires, cerca del Tigre.
Con Basso tocó en el legendario cabaret Marabú, donde debutara, en 1937, Aníbal Troilo y en el teatro Maipo. El propio bandoneonista recuerda: «Y al poco tiempo, a los dos o tres años, por consejo del propio Basso me fui a tocar solo, sin ningún otro bandoneón al lado mío. Así toqué con Osvaldo Manzi, con Lito Escarso, hice todo un acompañamiento para el ballet de Juan Carlos Copes, con quien me fui de gira por Centroamérica y, a la vuelta, recalamos en el escenario de Caño 14, recientemente inaugurado.»
En el año 1970, integra el Sexteto de Enrique Mario Francini, para luego fundar el Vanguatrío, junto a Héctor Console y Horacio Valente. Yatasto Noticias
En Caño 14 actuó muchos años integrando varias formaciones, entre ellas las orquestas de Héctor Stamponi, Pepe Basso, Atilio Stampone y en el conjunto que acompañaba al Polaco Goyeneche, de quien se hizo muy amigo.
En 1973, ingresó a la nueva orquesta formada por Francini y Pontier y se fueron a Japón. Seis años después, armó un cuarteto para actuar en Suecia, con el guitarrista Rubén Ruiz (Chocho), el pianista Oscar Palermo y el contrabajista Fernando Romano, inaugurando ese mercado para el tango.
En la década del 80 es músico estable del Café Homero, junto a figuras estelares como los pianistas Osvaldo Tarantino y Orlando Trípodi, el contrabajo de Angel Ridolfi y las voces de Goyeneche y Rubén Juárez.
«Tarantino era un fenómeno. Cuando lo llamé por teléfono para decirle si quería tocar con Ridolfi y conmigo me dijo enseguida que sí, pero aclaró: Me gusta mucho, pero no escribamos nada. Que todas las noches sea una sorpresa juntarnos sobre el escenario. Vamos a inventar, vamos a improvisar.»
Resultan interesantes las opiniones de Marconi sobre los grandes maestros que lo precedieron: «A mí me parece que Pedro Laurenz marcó el comienzo del bandoneón solista. Escribió una historia distinta. No necesitó acompañamiento. Laurenz solo, tocando el bandoneón, era una delicia.»
«Escuchar y verlo tocar a Troilo sobre el palquito de Caño 14 era como ver toda la noche de Buenos Aires. El Gordo siempre me dio esa impresión. Escuché decir a un montón de los que fueron sus músicos, que Pichuco tenía el tango en la piel. Y seguro que fue así. Pero también a Buenos Aires. El Gordo era Buenos Aires.»
«De Astor Piazzolla me asombraba su inmensidad musical… Su swing. Un músico de un nivel increíble.»
«Y Leopoldo Federico nos abrió, a todos los bandoneonistas, los ojos para mostramos las grandes posibilidades técnicas que tiene el instrumento. ¡Es un monstruo!» En 1988, formó un octecto para un espectáculo concebido para actuar en Japón. Entre otros, participaron Orlando Trípodi, Reynaldo Nichele, Daniel Binelli, Mauricio Marcelli y los cantantes, Nelly Vázquez y Roberto Goyeneche. A raíz del éxito obtenido, volvieron en 1991 con algunos cambios pero con el mismo resultado.
Como compositor se destacan dos suites para orquesta de cuerdas que fueron estrenadas por la Orquesta de Cámara de Rosario dirigida por Luis Milici. Además de su actividad solista integra el Nuevo Quinteto Real del maestro Horacio Salgán y es uno de los directores de la Orquesta de Música Argentina «Juan de Dios Filiberto».