La poesía construye el núcleo fundamental de nuestra relación con el mundo. Se manifiesta en lo cotidiano, en lo soñado, en la tierra, en el cielo, en la vida y en toda experiencia plena y amplia del espíritu en libertad. Walter Adet decía que la poesía “ahonda en las arenas negras del sueño con grandes ojos insondables”.
La escritura poética siempre es imprevisible. Así, el poeta rastrea con todos los sentidos alertas las huellas de su propio camino, su atmósfera propicia, en que no afloje la tensión interior.
A menudo, la escritura poética tiene lugar en cierto aislamiento o cierta soledad, como camino iniciático que uno debe recorrer por su cuenta y riesgo. Riesgo, porque publicar han publicado muchos escritores y no pocos se arrepintieron luego de sus primeros poemarios, desde Mario Benedetti a Jorge Luis Borges.
Borges, en el prólogo a la edición de sus obras completas de 1969, se refiere a su libro “Fervor de Buenos Aires” de esta manera: “No he reescrito el libro. He mitigado sus excesos barrocos, he limado asperezas, he tachado sensiblerías y vaguedades y, en el decurso de esta labor a veces grata y otros veces incómoda, he sentido que aquel muchacho que en 1923 lo escribió ya era esencialmente ¿qué significa esencialmente?- el señor que ahora se resigna o corrige”.
Pero hay también poetas que han dejado madurar sus versos, han dejado pasar el tiempo para publicar y han elegido el camino de la más rigurosa y despojada poesía.
Así como la poesía del salteño Jacobo Regen, quien ha escrito poco y todo lo que ha publicado es rescatable, hay voces de poetas que son dueños de la palabra justa, que no abusan de la locuacidad, heredera de padres propensos a poblar de hijos escuálidos el mundo.
Hay voces poéticas que tienen como poder esa vitalidad esencial de los que no confunden la lujuria con la fecundidad ni el desenfreno con la fuerza, como sentenció Adet.
Sin embargo, una vez escritos, los poemas piden salir al mundo, verter su contenido en él para propagar su vibración latente. En otras palabras, los poemas necesitan proyectarse hacia los demás. La publicación de poesía en libros, plaquetas o cualquier otro medio impreso constituye una forma idónea de dar respuesta a esa necesidad.
La poesía pasa por el hombre marcándolo para siempre, como esos ríos que al cambiar de cauce dejan impreso su color en las piedras.
En los primeros días de diciembre de 2017 el poeta Javier Ricardo López, nacido en la ciudad de Salta el 20 de mayo de 1976, publicó su primer poemario llamado «Orquesta Típica». Antes le habían publicado un puñado de sus poemas en antologías locales, nacionales e internacionales. «Orquesta Típica» es la primera publicación poética del escritor, periodista y difusor radial y cultural salteño.
Hay un libro que viene en camino, pero mientras tanto, esta plaqueta irá saciando la sed y la demanda de los lectores y amigos del poeta que tanto esperaban esta publicación.
Compartimos a continuación algunos poemas de «Orquesta Típica» (plaqueta, 2017).
ORQUESTA TÍPICA
Soy una orquesta tocando en un café
lleno de humo y amigos ausentes.
Es mi bohemia oscuro fondeadero,
frase callada como talismán,
melodía callejera que se canta como tango.
Soy un bandoneón gangoso
que rezonga al vapor de la ginebra,
un fueye roncador que busca
no se qué amor, qué dolor
bajo el alma derramada.
Soy un piano que otra vez es verano
sin remordimientos.
Con bordoneos insomnes y pulso trasnochador
engendro el amor
con manos de jazmín antiguo.
Mi corazón es un violín,
corazón encadenado,
inocente como chicharra,
culpable huyendo del látigo,
niño nacido en el siglo de la semicorchea.
Es mi tristeza romántico contrabajo
hecho de amarga corteza.
Por eso lo grave, la gris melancolía
golpeando en el cordal
con sonido de patio abandonado.
Soy una orquesta que se vuelve recuerdo
de caída en caída.
Pero me resisto a morir.
Resuelvo mi destino de partitura incumplida,
comienzo a amar después de ensayar tanto.
CERTEZA
Sé que el hambre es una estatua
sin brazos ni palomas;
que el amor es noche oscura,
pero casa del relámpago;
que la vejez es la cara del sudario
y la cruz de cada nacimiento;
que la poesía es la imagen de un hombre
que me da la mano.
Sé que la palabra puede ser carne,
pero también cuchillo;
que el pan es la luna que cae
sobre los surcos sembrados;
que la muerte es el caracol del alba
en el ojo del ciego;
que la esperanza es nido de sueños
y canto de los pájaros.
EL AMOR
El amor desafía a la distancia,
al ritmo cardíaco
y a las leyes de gravedad.
No olvida su nacimiento
(para morir sobra el tiempo
como el espacio en actas y registros)
nace como amanece lloviendo,
se extasía con gestos y palabras,
no tiene piedad de los cuerpos.
No posee antepasados
ni carencias hereditarias;
desciende de la ternura,
de la unidad final del fuego.
Es el eco después del grito
y antes de él.
Es el camino que viene
cuando el paso ya no va.
¿SABES CÓMO ME LLAMO?
¿Sabes cómo me llamo?
Eso no importa.
El dolor no tiene nombre
y la intemperie
dos apellidos.
Yo no quiero
saber tu nombre.
Quiero saber
quién eres.
¿Te conozco?
Eso tampoco importa.
Si me conoces
eres más esencial
que todas las cosas
que pueda conocer.
JAVIER RICARDO LÓPEZ, poeta y escritor argentino, nacido en Salta en 1976. Publicó «Orquesta Típica» (plaqueta, 2017).
Hermosos poemas Ricardo López 👏👏👏
I like the way you have approached this poetry post.
Through an Argentine friend who translated these poems, I have been able to get to know this work.
Personally, I think that it is something to think about but also to get excited and get to know Argentine poetry. Thanks Javier López for these verses
«Yo no quiero
saber tu nombre.
Quiero saber
quién eres»
Versos realmente conmovedores!!! Muchas felicitaciones!!
Ricardo amigo tremendo lo que escribis!
Te deseo exitoo y abundancia en todo lo que te propongas! Ma causaste amor y pasion con lo que escribis