La lluvia le pone el broche de oro a una noche de gloria. Se abrazan todos. En la popular, en la platea y en el campo de juego. Marcelo Gallardo, por estar suspendido, no pudo seguir el triunfo desde el banco, aparece en escena como el gran artesano de este logro. Lucas Alario, el sorpresivo goleador que abrió un juego trabado, se suma. Están Saviola y Lucho González. River campeón. Conquistó América. Volvió a lo más alto del continente después de 19 años en los que supo superar todos los obstáculos posibles. Es tiempo de festejar. El grito final llegó con un 3-0 contundente ante Tigres, con goles de Lucas Alario, Carlos Sánchez, de penal, y Ramiro Funes Mori. Y el merecido «Dale campeón» brotó de la multitud que copó el Monumental. Más de 60 mil personas, once jugadores, 19 años de espera. Millones mirando por televisión. Y una Copa, tantas veces esquiva en la historia de River, esperando ahí, al costado del campo de juego. El recibimiento de los hinchas estuvo acorde con el evento. Fuegos artificiales, humo, bengalas, papelitos, globos y un canto ensordecedor para recibir a los elegidos. Tigres, entraba a la par, pero parecía un mero invitado a la fiesta.
Empezó a rodar la pelota y todo lo externo quedó de lado. Con Marcelo Gallardo suspendido y Matías Biscay en el banco, River salió a imponer presencia. Con Leonardo Ponzio como bandera, copando el medio y cargando el juego por derecha con Carlos Sánchez y Camilo mayada, que se proyectaba. El partido se jugó con dientes apretados y pierna fuerte. Un patadón de Lucas Alario en el arranque fue amarilla pero podía haber dejado al equipo con diez. Del otro lado, cuatro jugadores de Tigres fueron amonestados en los primeros 25 minutos.
El aliento del público mutó en nerviosismo al compás del reloj. Guido Pizarro empezó a manejar los hilos del equipo visitante. Y en River Nico Bertolo quedaba muy lejos de Carlos Sánchez y no había triangulaciones. En ese escenario, las más claras fueron de Tigres. El francés Gignac dejó a Rafael Sobis cara a cara con Barovero pero el brasileño no controló la pelota y perdió una posibilidad muy clara. Después en una gran jugada de Jurgen Damm por derecha, enganchó y le sirvió el remate a Gignac, que no logró conectar en el corazón del área.
Parecía que el primer tiempo se iba con el resultado en cero. Pero bajo la lluvia del Monumental, Leonel Vangioni rompió el molde. A los 44 minutos, el zurdo cruzó el mediocampo, avanzó, aguantó ante la marca, giró y gambeteó con caño incluido a Damm. Con la cabeza levantada, sacó un centro exacto, con rosca al primer palo, para el anticipo perfecto de Lucas Alario que se tiró de cabeza al gol: 1-0. Estalló el estadio. Un grito de desahogo, un abrazo interminable para soltar los nervios contenidos. En el segundo tiempo, River le cedió la pelota a Tigres y se paró 10 metros más atrás. Pero el dominio de los mexicanos llegaba hasta tres cuartos. Ahí aparecía Funes Mori, de muy buena final, para anticipar. O Kranevitter para completar el triángulo con los centrales y generar superioridad numérica. Tigres tuvo una nueva chance y otra vez volvió a fallar. Y allí, en ese cabezazo que no conectó Aquino se terminaron las ilusiones. River volvió a aprovechar su momento. A Carlos Sánchez le cometieron el penal y el uruguayo agarró la pelota para poner con un derechazo seco al palo izquierdo del Patón Guzmán el 2-0. Y enseguida llegó el tercero, de cabeza de Funes Mori, como un buen premio al defensor central, de gran labor. A falta de diez minutos, los hinchas transformaron en palabras el sueño que se había demorado 19 años. «Dale campeón». Los cuatro costados se fueron sumando. Y el cierre fue a toda fiesta.
Afrontando circunstancias difíciles
Era una oportunidad única y River no falló. Con el fútbol sólido que caracteriza al ciclo de Marcelo Gallardo, con la presión asfixiante como bandera y con el carácter necesario para afrontar las circunstancias más difíciles, el equipo Millonario goleó 3-0 a Tigres en un Monumental repleto y bañado de fiesta. El primer gol del partido llegó sobre el final del primer tiempo. A los 44 minutos, Lucas Alario cabeceó al gol un certero centro de Leonel Vangioni. Con el 1-0 se abrió un trámite que había sido opaco, y que no había mostrado mayores precisiones en los finalistas. En la primera mitad Tigres generó un puñado de situaciones de peligro, pero fue apenas una sombra del cuco que amagó a ser durante sus mejores tramos en la Copa Libertadores y se cargó de tarjetas amarillas con faltas innecesarias. Con la ventaja, River manejó el partido a su gusto. Entró en el terreno que mejor le sienta, el de la tenencia de la pelota y la generación de juego. Dominó las acciones y jugó con el nerviosismo de Tigres, que de a poco se fue entregando mansito. Solamente Jurgen Damm sacó la cara en el equipo mexicano, que sufrió las intermitencias del brasileño Rafael Sobis y del francés André-Pierre Gignac. En ese escenario, el segundo gol de River estaba al caer y llegó a los 29 minutos del complemento, luego de un penal sobre Carlos Sánchez que el propio uruguayo cambió por gol. El 2-0 sentenció la final y puso al Millonario a tiro del título.
En clara inferioridad, Tigre se diluyó en su impotencia y entre protestas al árbitro y, ya totalmente fuera del partido, sufrió la estocada mortal de Ramiro Funes Mori, que a la salida de un tiro de esquina transformó, de cabeza, la ventaja en goleada. Los minutos restantes hasta el final del encuentro sirvieron para el recuento de un recorrido de River que fue de menor a mayor en la Libertadores. Es que el equipo de Gallardo entró por la ventana a los octavos de final, como último clasificado en la zona de grupos y, paradójicamente, gracias a la inestimable ayuda de Tigres, que superó a Juan Aurich en Perú. Luego dejó en el camino a Boca tras el polémico partido en La Bombonera que se decidió en los despachos de la Conmebol. El rival de turno fue Cruzeiro, un cuco en la historia de River y un contrincante al que nunca había logrado derrotar. Con el karma de las derrotas de 1976 en la final de la Libertadores y de 1991 en la final de la Supercopa, el Millonario inició la serie con una derrota 1-0 en el Monumental. La serie parecia cosa juzgada, sin embargo en el encuentro de vuelta apareció la mejor versión del River arrollador del ciclo de Gallardo y el 3-0 fue más que decisivo para pasar de ronda. En cuartos dio una muestra de carácter contra Cruzeiro y dio vuelta la serie en Brasil con un Teo Gutiérrez inmenso, en un destacado partido.
Luego vinieron las semifinales donde eliminó a un tímido Guaraní, pero que había sido la revelación de la Copa que venía de dejar en el camino a Corinthians y a Racing. El triunfo 2-0 de la ida condicionó la serie y el 1-1 de la vuelta le aseguró un lugar en la final. La final la ganó con solvencia. Para la estadística quedaron las curiosidades de Jonatan Maidana y Nicolás Bertolo, que se convirtieron en los primeros en ganar la Copa con Boca y con River, y la gran estrella de Alario, que ingresó en la galería de Juan Gilberto Funes y Hernán Crespo, ídolos millonarios en definiciones de Libertadores. Con este título, tan esperado luego de 19 años de frustraciones, River cierra un ciclo en el que resurgió luego de tocar fondo en 2011, con el descenso. River, definitivamente, vuelve a ser River. ¡Salud, campeón! Yatasto Noticias
El camino de River en la Libertadores. El paso a paso del campeón
Primera Ronda
San José Oruro 2 – 0 River
River 1 – 1 Tigres (Carlos Sánchez)
Juan Aurich 1 – 1 River (Eder Balanta)
River 1 – 1 Juan Aurich (Gabriel Mercado)
River 2 – 2 Tigres (Rodrigo Mora y Teo Gutiérrez)
River 3 – 0 San José Oruro (Rodrigo Mora x2 y Teo Gutiérrez)
Octavos de final
Ida: River 1 – 0 Boca (Carlos Sánchez) / Vuelta: Boca 0 – 0 River (Suspendido en el entretiempo por agresión del público local, la Conmebol dio ganador a River)
Cuartos de final
Ida: River 0 – 1 Cruzeiro / Vuelta: Cruzeiro 0 – 3 River (Carlos Sánchez, Jonatan Maidana y Teo Gutiérrez)
Semifinales
Ida: River 2 – 0 Guaraní (Gabriel Mercado y Rodrigo Mora) / Vuelta: Guanarí 1 – 1 River (Lucas Alario)
Final
Ida: Tigres 0 – 0 Tigres / Vuelta: River 3 – 0 Tigres (Lucas Alario, Carlos Sánchez y Ramiro Funes Mori)