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Catarsis virtuales: cuando se comparten y postean problemas

La paradoja convive en el ser humano. Las redes sociales son el tablero de ajedrez donde se muestran sus luces y sus sombras. Su principal ventaja, la posibilidad de expresarse libremente, es uno de sus mayores riesgos, todos pueden emitir su opinión y leer la de los demás. Entre este gentío, oculto detrás de la pantalla, surge sin censura el lado oscuro de las personas.
Muchos usan estas plataformas digitales no sólo para compartir su información o propagar opiniones, sino para volcar sus frustraciones. Marina acaba de romper con su novio, su primera reacción ha sido poner un mensaje en Facebook pidiendo tiritas para su corazón partido.
¿Cuál es el perfil del que propaga cuanto le sucede? Personalidades propensas a la teatralidad histriónica con intensas historias dramáticas que sus amigos virtuales han de conocer enseguida. Los narcisistas con afán de protagonismo y poco interés en los demás salvo para que hinchen su ego con alabanzas. Los adolescentes, en pleno desarrollo de su identidad, por lo que necesitan a sus amigos para que les ayuden a discernir en su particular «ser o no ser». Los dependientes que buscan aceptación y validación sin arriesgar demasiado. Los extrovertidos que disfrutan comunicando y los incautos que, atraídos por el clamor popular, no saben dónde se meten.
El mal uso de las redes tiene sus consecuencias, al acecho espera la adicción y la obsesión que merman la calidad de vida. La mayoría de los amigos de facebook de Marina no conocían a su novio, muchos tampoco la conocen a ella. Ante tanta comprensión virtual costó que reconociera su parte de responsabilidad.
La expresión de las emociones de las personas en facebook puede ser un arma de doble filo pero, además, su función es meramente expresiva, no resolutiva. Si en este momento de su vida necesita consejo, recurra a un amigo de carne y hueso, nada puede sustituir a la escucha y al abrazo afectuoso. Si lo que desea es entender lo que le pasa o adquirir herramientas para hacer los cambios que anhela en su vida, acuda al psicólogo, eso es terapia y no postear sus males en el muro de su red social.
«Solo vengo a desahogarme»
No es novedad que las redes sociales constituyen, cada vez más, un espacio en el que sus usuarios pueden expresarse y opinar (casi) sin censura sobre el tema que quieran. Facebook, especialmente —por su lógica y también por lo acotado de caracteres de Twitter— se convirtió en una red que, además de servir para compartir fotos, videos y enlaces, actúa como un lugar propicio para la catarsis y la expresión verborrágica de ideas y opiniones, además de un espacio en el que una discusión puede tornarse masiva y sin más fundamentos que el de «ganar o destrozar al de la vereda de en frente».
En muchas ocasiones, este tipo de discusiones, responden a un proceso irracional en el que lo importante no es confrontar ideas en torno a un tema para lograr un análisis o síntesis al respecto, sino simplemente expresar una opinión y que sea avalada por más personas, aunque el aval sea virtual y aunque lo que se diga no tengo ningún interés de los demás.
Las redes sociales son un lugar en el que la frontera entre lo público, lo privado y lo íntimo están desdibujadas. De esta forma, actúan como espacio para expresar asuntos privados.
Cuando alguien comparte su problema con miles de personas, va más allá de la catarsis en sí misma, sino que acude a su muro para desahogarse. Muchas veces no lo hacen en busca de real ayuda, sino solamente para ponerse en el lugar de víctimas y ser escuchados.
Pero nunca un posteo en Facebook será tan importante como la interacción cara a cara o como decir las cosas directamente a la persona involucrada y no a un sinnúmero de rostros invisibles.