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Historia de los Reyes Magos

Los Reyes Magos tienen unos 2.000 años de antiguedad. En contraste con la Historia de Papá Noel cuya costumbre se estableció en el siglo XIX. La figuras de los Reyes Magos han experimentado algunas tranformaciones a lo largo de estos veinte siglos. Por ejemplo, Los Reyes Magos no siempre fueron tres y Baltasar no fue negro hasta el siglo XVI.
La historia vincula a los reyes con el nacimiento de Jesús de Nazaret y, tal y como narra el evangelio se expone que con el nacimiento Del Niño Jesús la Virgen recibió la visita de los reyes magos y, cada uno de ellos portaba un obsequio por el nacimiento. En sus cofres transportaban mirra, oro e incienso para simbolizar la riqueza. Pero los Reyes Magos que conocemos en la actualidad no son los que recoge el Nuevo Testamento, pues los tres Reyes Magos (Melchor, Gaspar y Baltasar) parece que no se dieron a conocer hasta el Siglo V, fecha que data las primeras referencias. Para ser lo más precisos nos limitamos a reproducir algunos fragmentos que siguen a continuación:

Mateo 2:1-12 (según las Escrituras)

«Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido? porque su Tres Reyes Magosestrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: ‘Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel’. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; Y enviándolos a Belén, dijo: Id allá, y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléiss, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron: y he aquí la estrella que habían visto en el oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes, oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino».

(Historia de los Reyes Magos según las escrituras. Mateo 2:1-12)

«He aquí que unos magos de Oriente llegaron a Jerusalén diciendo: ¿Dónde está el recién nacido rey de los judíos?… Y he aquí que la estrella que habían visto en Oriente, iba delante de ellos, hasta posarse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella tuvieron un gozo indecible. Entraron en la casa y encontraron al niño con María su madre, e inclinándose le adoraron. Y abriendo sus tesoros, le ofrecieron oro, incienso y mirra.» (Mateo 2, 1-12)
Los magos de oriente son personajes citados en la Biblia, en el Nuevo Testamento. Es poco lo que realmente se sabe de ellos: se ignora cuantos eran y de qué tierras proceden. Escrituralmente, solo es sabido de ellos que cuenta el Evangelio de Mateo:

Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? (Mateo 2,1-2).

Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. (Mateo 2:11, versión Reina-Valera 1960).

La tradición cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, que iban guiándose por una estrella que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciendo oro (presente conferido a los reyes), incienso (empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos). Antes de llegar, en la ciudad de Jerusalén, encontraron al gobernador Herodes el Grande, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño, para poder ir él también a adorarle. (En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los inocentes).

La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los tres reyes magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo sitio.

Parece ser que por el hecho de que el relato evangélico indicara que trajeron tres dones (oro, incienso y mirra), se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran dos, cuatro, siete y hasta doce.

La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Melchor, Gaspar, Baltasar…

Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad y representantes de las tres edades del hombre.

La llegada de los Reyes Magos es un tema tratado también en los Evangelios Apócrifos. Según la tradición esotérica aplicada al cristianismo, estos personajes procedían del lugar donde se encontraba el Preste Juan.

Otra leyenda cuenta que después de la Resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los halló en Saba (India), que fueron bautizados y que se les consagró obispos; después fueron martirizados en el año 70 y fueron depositados en el mismo sarcófago. Los restos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena. Posteriormente, Federico I Barbarroja, en el siglo XII, las trasladó a Colonia, donde hoy reposan sus cenizas con las coronas que supuestamente llevaron durante su existencia.

Actualmente en la catedral de Colonia, se veneran los supuestos restos de los Reyes Magos en una urna dorada colocada en el altar mayor.

Si bien parece contradictorio que practicantes de la magia (severamente amonestada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento) sean admitidos como adoradores del Mesías, el término griego no era utilizado preponderantemente para referirse a los hechiceros; se utiliza, en este caso para referirse a hombres sabios (cual se los llama en diversas versiones de la Biblia en inglés), o más específicamente, hombres de ciencia. De hecho, también poseían conocimiento de las Escrituras (Mateo 2:5-6).

San Mateo nos deja ver que eran astrónomos que conocían con precisión el movimiento de la estrella. Aunque bien intencionados, su visita es causa de turbación general y del celo de Herodes (2:3). A pesar de ser anciano y de haber reinado ya por más de treinta años, Herodes les ruega que averigüen el sitio preciso del nacimiento del Mesías (2:8) con el fin de acabar con su potencial sucesor. Los sabios, que no sospechan esto, encuentran al Niño, al cual adoran y obsequian oro, incienso y mirra (2:11), pero prevenidos por un ángel (2:12), no regresan con Herodes. Iracundo, el rey manda a matar a los niños menores de dos años. Para entonces, José ha sido avisado en sueños (2:13) de huir a Egipto con los suyos.

A partir de ese relato, tanto la Iglesia Católica como el vulgo en general han ido elaborando una historia sobre los hechos y la personalidad de estas tres figuras, incluyendo el presunto estatus real.

Desde muy antiguo el tema de los Reyes Magos ha sido ejecutado por artistas pintores y escultores. Les han representado en número de tres, cuatro, y en algún caso (pocos) en número de dos. Actualmente existe en el mundo un monumento a la figura de los reyes magos, se encuentra en la localidad alicantina de Ibi, España.