El cantautor y murguista Juan Carlos Cáceres, dueño de una rica trayectoria y creador del denominado «tango negro», al unir con originalidad el tango con los sonidos de la música afro, murió a los 79 años en su casa de Perigny, a 30 kilómetros de París, como consecuencia de un cáncer terminal.
«Quedamos huérfanos de un padre musical y cultural como investigador, músico y difusor. Ha dejado una muy buena familia», expresó su amigo y compañero de ruta Ariel Prat. «Nosotros teníamos una relación muy particular haciendo composiciones, saliendo de gira y compartiendo información -continuó-. El también fue mi maestro, se fue al otro barrio sabiendo que en las esquinas estaban las guirnaldas encendidas por él».
«Fue un trago duro porque sabíamos que iba a ocurrir porque tenía un cáncer cerebral y estaba apagándose», agregó Prat, quien la semana pasada le rindió un homenaje urgente en Radio Nacional junto a figuras como Juan Subirá, María Volonté, Omar Giammarco, Nicolás Choco Ciocchini, Los Viciososo de Almagro, Garufa de Constitución y Julián Peralta. «Pudimos homenajearlo en vida gracias a Cultura de la Nación y Radio Nacional, destacó el músico en relación a Cáceres, quien estuvo al cuidado de su mujer Alicia Zadán.
Nacido en Buenos Aires en 1936, Juan Carlos Cáceres estuvo radicado en París desde 1968. Compositor, pianista, cantante, trombonista y artista plástico, fue creando una carrera original y poderosa al vincular el tango y la milonga con las raíces de la cultura afro en el Río de la Plata.
En París acompañó a Marie Laforet, fundó los grupos Malón y Gotán, pintó, expuso, enseñó Historia del Arte y profundizó en las raíces de la música rioplatense.
Poseído por una suerte de magnetismo telúrico, Cáceres ha estado siempre en el ojo del huracán
(Por Sergio Makaroff)
Llegó a Paris – ¿casualidad? – en Mayo del ’68. No buscaba la playa bajo los adoquines, pero la encontró. Antes, en su Buenos Aires natal, había sido el factótum de la escena existencialista. Estudiante de Bellas Artes durante el día, pianista y trombonista por la noche, agitador, fenómeno de la naturaleza, se convirtió en el Alma Mater de la mítica cueva de Pasarotus, club de jazz y epicentro de las tendencias revolucionarias.
Ahí se mezclaban beatniks, cachorras de la oligarquía y futuros guerilleros maoístas, muchas veces en la misma persona. Cáceres, tsunami de magma y champagne, llevaba la batuta. Hasta que un día oyó la llamada. En París acompañó a Marie Laforet, fundó los grupos Malón y Gotán, pintó, expuso, enseñó Historia del Arte y profundizó en las raíces de la música rioplatense. Hoy da conferencias sobre el tema, pero sobre todo compone y canta, con voz de león, las canciones más representativas del imparable resurgir del tango, el candombe, la murga y la milonga. Cáceres es el más inspirado, el más impetuoso, el más apasionado y el más ardiente. Este joven nacido en 1936 es la referencia obligada para los creadores, dentro y fuera de Argentina y Uruguay.
El Río de la Plata, el más ancho del mundo, separa a estos dos países que una vez fueron uno. Cáceres se bebe de un trago esas aguas y se escucha un rugido: es la tormenta de ritmos africanos y europeos que trae del pasado para conmover el presente y preparar el futuro.
La modernidad está en los orígenes.
VIDEO. Juan Carlos Caceres en el 10 º Festival de Tango. TANGO NEGRO