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Plásticos: Lo que debemos conocer sobre el BPA

Mucho se habla de la toxicidad de los plásticos, de su poder contaminante, de su daño a la salud y al medio ambiente. Un problema con el que convivimos diariamente y sobre el que hace falta ejercer un consumo consciente y responsable, así como indagar sobre la controversia que este tema genera.
El Bisfenol –A o BPA por sus siglas en inglés es una sustancia química industrial utilizada en la fabricación de plásticos como: Policarbonato (PC, código de reciclaje 7), Policloruro de vinilo (PVC, código de reciclaje 3) y en resinas epoxi que, mezclado con otros compuestos, produce un plástico transparente, fuerte y muy resistente.
Podemos encontrar BPA en utensilios de cocina, botellas de agua reutilizable, biberones, vasos plásticos para niños, envases plásticos o latas que contienen leche de fórmula, contenedores plásticos para almacenar medicinas, detergentes, shampoo, envases de alimentos, auto partes utilizadas en automóviles y aviones, equipamiento médico, en computadoras, celulares, papeles térmicos para recibos, CD y DVD, productos de higiene femenina, gafas e incluso en materiales relacionados directamente con el cuerpo tales como prótesis y selladores de empaste bucal. También se utiliza BPA para envases que requieren resistencia a alta o baja temperatura como los que guardan helado y productos para horno de microondas.
Las resinas epoxi, por su parte, recubren el interior de envases de hojalata y se utilizan para evitar corrosión o roturas.
La masiva utilización de productos con Bisfenol A genera una continua exposición a toda la población.
La evidencia científica señala que, cuando estos materiales se exponen al calor, existe el riesgo de que pequeñas cantidades de BPA se desprendan de los recipientes que contienen alimentos y bebidas, y sean ingeridas junto a dichos productos.
Si bien el organismo humano posee mecanismos de eliminación de BPA (por medio de la orina), éstos no se encuentran tan desarrollados en los lactantes.
Algunos fabricantes han sustituido el BPA, por el Bisfenol –S (BPS) o Bisfenol –F (BPF), pero ambos sustitutos químicos también pueden alterar las células de manera parecida a como lo hace el BPA.
La Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA) señala que la exposición al BPA no debe exceder de 50 microgramos diarios por cada kilo corporal. La Administración de alimentos y medicamentos de los Estados Unidos (FDA) sostiene que la cantidad que traspasa a nuestros alimentos es segura en los niveles actuales y que la mayoría de las personas están expuestas a bajas cantidades de BPA.
En febrero de 2018 el Programa Nacional de Toxicología (NTP) de Estados Unidos publicó los resultados de una investigación conocida como el estudio central de Clarity, el más importante y el de mayor escala alguna vez realizado sobre Bisfenol A. Allí se enuncia que el BPA produjo efectos mínimos que se distinguieron de los antecedentes en este estudio y que, en los niveles tan bajos a los que están expuestas las personas indican que es poco probable que el BPA provoque efectos sobre la salud.
Por otro lado, los investigadores reconocen una desregulación del sistema endocrino y de la producción de hormonas, ya que nuestro cuerpo es sensible a los cambios hormonales. El BPA realiza funciones parecidas al estrógeno, y debido a que tiene la capacidad de interactuar con otros receptores de hormonas como las tiroideas, esto provoca que la función se vea alterada e influya en procesos corporales como el crecimiento, la reparación celular, el desarrollo fetal y la reproducción.La masiva utilización de productos con Bisfenol A genera una continua exposición a toda la población.
Cada día realizamos actividades variadas: trabajamos, estudiamos, permanecemos en nuestros hogares o simplemente descansamos, pero alimentarnos es una actividad que todos los seres humanos hacemos regularmente.
Desde la dieta ingresamos a nuestro cuerpo el BPA que pasa a los alimentos y bebidas por medio de los envases en donde se conservan. También se encuentra disuelto en partículas de polvo en el aire que respiramos.
Un estudio comprobó que pasados 3 días consecutivos a la eliminación del consumo de sopas enlatadas, se reducía en un 66% el BPA en la orina analizada. Otro estudio trabajó sobre muestras de dos grupos de personas, unos consumiendo sopa fresca y otros enlatada. Los segundos reflejaron en sus exámenes de orina 1.221% más de BPA.
En 2015 científicos del departamento de Química Analítica de la Universidad de Granada, España detectaron Bisfenol A en la leche materna. El estudio encontró BPA en el 80% de las 10 muestras analizadas, y en cinco de ellas se cuantificó en concentraciones que oscilan entre 0.6 a 2.1 nanogramos por mililitros. Alberto Zafra, autor principal de la investigación explica que el análisis de la exposición a los disruptores endocrinos químicos es especialmente importante en el caso de los lactantes que están en las primeras etapas de desarrollo, y por la tanto son más vulnerables y susceptibles a cambios en el sistema endocrino.
Desde la comunidad científica se observa controversia. ¿Es real el daño que causa el BPA a la salud? Los países abordan la situación del BPA de diferente manera.
En el territorio de la Unión Europea el BPA está permitido salvo para la fabricación de biberones y botellas infantiles. La legislación admite un valor de ingesta diaria tolerable, es decir, concentraciones en las que no se producen daños en el organismo.
Del mismo modo ocurrió en Estados Unidos, en julio de 2012 tras una petición del ACC (Consejo Americano de Química) la FDA (Administración de Alimentos y Fármacos) enmendó sus reglamentos, para no proveer el uso de resinas de policarbonato a base de BPA en biberones y tazas para bebés. Un año después, en julio de 2013, la FDA, rectificó sus reglamentos para no proveer el uso de epoxi basados en BPA como recubrimientos en envases para fórmula infantil, reconociendo el peligro de exposición de fetos, bebés y niños pequeños al BPA.
Desde la dieta ingresamos a nuestro cuerpo el BPA que pasa a los alimentos y bebidas por medio de los envases en donde se conservan. También se encuentra disuelto en partículas de polvo en el aire que respiramos.Francia en 2013 prohibió el uso del BPA en envases de comida para niños de hasta tres años y, desde 2015, es el único país de la Unión Europea con prohibición total de BPA. La situación actual permite en el país galo la fabricación y exportación de productos que contengan BPA, pero no la importación y puesta a la venta en el mercado francés.
Ese camino tomaron Canadá, China, Malasia y Brasil que desde 2010 prohibieron la comercialización de biberones y botellas dedicadas al uso infantil que contengan Bisfenol A.
En 2012, la administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) de Argentina prohibió en todo el territorio nacional la fabricación, importación y comercialización de biberones que contengan Bisfenol A (BPA) en su composición.
Desde 2011, en España está prohibido el uso de este compuesto químico para biberones destinado a niños y lactantes.
Estados Unidos no prohibió, pero sí eliminó el BPA del registro Federal de sustancias aprobadas para los envases y botellas de alimentación infantil. La FDA continúa revisando la información disponible y los estudios sobre BPA. Con base en la revisión de seguridad científica en curso de la FDA, la información disponible continúa respaldando la seguridad de BPA para los usos actualmente aprobados en envases de bebidas de alimentos.
Japón tampoco prohibió. El Instituto Nacional Japonés de Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada (AIST) afirma que el BPA no supone ningún riesgo inadmisible para la salud.
El Bisfenol A (PBA) está aprobado por la FDA, la Unión Europea y el Mercosur y es utilizado en la fabricación de materiales plásticos desde los años ‘60. Sin embargo, por medio de estudios científicos se ha normado y prohibido su uso en biberones y vasos de uso infantil.
La disparidad de opiniones y puntos de vista se centran por ejemplo en la opinión del European Food Safety Authority (EFSA), quien sostiene que la ingesta de BPA por utilización de biberones de policarbonato no superaría la ingesta diaria tolerable. Aun así, ese tipo de biberones fueron prohibidos en distintos países aplicando lo que se conoce como “principio de precaución”.
Cuando no se sabe si los biberones o vasos plásticos contienen Bisfenol A (BPA) se recomienda hervir o calentar el líquido en una taza de porcelana y luego dejarlo hasta que esté tibio antes de transferirlo al vaso o biberón del niño. Es una forma de evitar que las altas temperaturas provoquen que el Bisfenol A emigre fuera de la botella a un ritmo mucho más alto, lo cual aumentaría la concentración de BPA en el alimento líquido.
Tenemos la posibilidad de realizar consumos responsables optando por sustituir a los productos plásticos que contengan BPA por vidrio o por envases y materiales libres de esta sustancia. También revisando los códigos de reciclado que se encuentran en la base de los envases o botellas: plásticos que están marcados dentro del triángulo de reciclado con los números 3 y 7 contienen BPA. Se recomienda elegir biberones de polipropileno, que no contienen Bisfenol A, el cual se identifica dentro de un triángulo PP , algunos fabricantes incluyen la leyenda “Libre de BPA”. Conviene reemplazar la comida procesada por alimentos frescos, no calentar en horno microondas contenedores plásticos que contengan policarbonato. Y revisar que los productos que elegimos – como por ejemplo los juguetes- no contengan BPA.
Ser conscientes del peligro al que estamos expuestos es el primer paso para modificar nuestro consumo. La disparidad de opiniones científicas y los intereses involucrados lentifican el cambio de legislaciones y decisiones políticas.
Es alentador observar que muchos países han ya elegido una mayor limitación del uso del BPA y utilizan materiales con menos impacto y más biodegradables. Sin embargo, estas medidas son las que a su misma vez indican que el tema de los plásticos todavía se mantiene en un alto grado de controversia y dejan un interrogante sobre si las medidas adoptadas por algunos países aseguran una calidad de vida más segura.

(Fuente: letra urbana)