Yatasto reflexiona con sus lectores. En Buenos Aires o en Rosario ocurre lo mismo, los violentos imponen la agenda periodística y social, entendiendo al fútbol como un bien social. Se acercan dos grandes clásicos y las mafias de las barras ya se hicieron sentir.
River-Boca se jugará el 6 de octubre en el Monumental y por la prohibición impuesta por el gobierno para que el público visitante vaya a los estadios, la Doce no podría ir al partido.
En un paredón en la calle Arzobispo Espinoza apareció una pintada que decía: «Si no hay acuerdo, habrá balas en La Boca». La foto la reprodujo la cuenta de Twitter @lanumero12_com. Más tarde, las amenazas fueron tapadas con una mano de pintura.
El domingo pasado, en la Bombonera, la hinchada había colgado una bandera: «Sin visitantes Boca-River no se juega». El presidente de Boca, Daniel Angelici, comentó que «sería bueno» que se levante la prohibición. Y Sergio Berni, secretario de Seguridad, dijo ayer: «Estamos trabajando para que la situación se normalice».
Yatasto tiene bien en claro que los violentos están imponiendo la noticia de nuevo en los medios masivos ahora que se avecina el superclásico River-Boca. Pero no viven solos, sino que fueron alimentados y siguen siendo alimentados por muchas dirigencias y clubes. La violencia en el fútbol no refleja nada, sino que es un producto sabiamente construido que hace que éste sea parte de un dispositivo más amplio de poder, donde entran a jugar otros protagonistas.
No les alcanzó con suspender el último partido disputado en la Bombonera, colgar banderas y fantasmas. Arrojar bombas de estruendo sobre la humanidad del arquero Marcelo Barovero. Y nunca hubo una fuerte suspensión, como aquella aplicada en la cancha de Racing por burlarse de Independiente y su descenso a la B Nacional, con apagón incluido.
Rosario-Newell’s se jugará el 20 de octubre en Arroyito y por el mal momento deportivo de Central, la barra brava hizo algunas pintadas en las cercanías al estadio que decían: «Ganen el clásico o muerte», en tanto que, en la esquina de Cordiviola y el Paseo Ribereño, en otra pared se pudo leer «jugadores mercenarios. Central vale más que sus vidas». Pablo Farías, secretario de coordinación de competencias deportivas dijo: «Ya se están tomando medidas para ver si se puede determinar quiénes fueron los responsables».
Yatasto entiende que las barras violentas del fútbol argentino, le siguen haciendo mal a la cultura popular argentina, al país en sí. Es tal el apriete de estos delincuentes a las instituciones que el mismísimo presidente de Boca, Daniel Angelici, pidió licencia y viajará a Italia, al menos por una semana, para realizar trámites personales, anunció el martes por la noche el vicepresidente segundo de la entidad, Juan Carlos Crespi. En realidad, este dirigente fue apretado. «Si no hay acuerdo habrá balas en La Boca», es la leyenda que apareció en una de las calles cercanas a La Bombonera.
Sin ir tan lejos, ¿cuántas veces barras bravas de Central Norte y Juventud Antoniana, agredieron bienes personales de dirigentes de sus clubes o suspendieron partidos por recibir más entradas de favor que ellos revenden los días de partido?
Vamos a hablar claramente. El fútbol, es mercancía fundamental de la industria cultural. No nos apartemos de eso. Si bien el fútbol muestra su peor rostro violento, en la Argentina, la violencia es una práctica que atraviesa la vida cotidiana, la política, la economía: no sólo el fútbol.
Sería de necios no reconocer que existe una violencia social que es la exclusión, la expulsión del mercado laboral y del consumo, la privación de salud y educación. Pero también la continuidad de la violencia estatal: el monopolio de la violencia legítima se transforma en ejercicio ilegítimo de ese monopolio, dirigido de manera sistemática contra las clases populares, como apunta el Lic. Pablo Alabarces.
Alguna vez, la presidente de la Argentina, Cristina Fernández, defensora del proyecto “Fútbol para todos”, expresó: “Tarjeta roja para ciertas dirigencias deportivas que siguen protegiendo a delincuentes”.
¿Cuál es el camino a seguir? Habrá que reconocer que todos somos culpables de esta violencia, que todos nosotros fuimos permitiendo cada vez más al violento, la idea de que ser barra es como un orgullo, es como un ídolo en el fútbol argentino; como los salteños que se toman fotos con ídolos, como “Los Borrachos del Tablón” o con “La 12”, cuando River o Boca vienen a Salta.
Si hemos fomentado esta cultura de barras bravas, ahora estamos pagando por ello.
Yatasto Noticias
Salta, Argentina, 18 de Septiembre de 2.013