El Feriado del 20 de Enero se realiza en conmemoración del Bicentenario del encuentro entre el general Manuel Belgrano, jefe del Ejército Auxiliar del Alto Perú y su reemplazante, el entonces Coronel José de San Martín, ocurrido en la Posta de Yatasto, en el departamento Metán.
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Acerca de la Historia del Encuentro en Yatasto
Cuando hablamos de San Martín y Belgrano, nos referimos dos grandes hombres de la revolución argentina, fundadores de las dos grandes escuelas militares cuya influencia se ha prolongado en sus discípulos por muchas generaciones. San Martín y Belgrano no se conocían personalmente antes de encontrarse en Yatasto. Desde algún tiempo atrás, se había establecido entre ellos una correspondencia epistolar, por intermedio del español liberal don José Mila de la Roca, amigo de uno y de otro y secretario de Belgrano en la expedición al Paraguay. Ambos se habían abierto su alma en esta correspondencia, y simpatizaron antes de verse por la primera vez. Al abrir Belgrano su campaña sobre el Alto Perú, San Martín redactó para él unos cuadernos sobre materia militar, extractando las opiniones de los maestros de la guerra, y dió sus consejos sobre las mejoras que convenía introducir en la organización de las diversas armas, especialmente en la caballería, condenando el uso de los fuegos en ella, según los preceptos de la escuela moderna. Belgrano, en marcha para el campo de Vilcapugio, y cuando se lisonjeaba con una victoria inmediata, le contestaba modestamente: «¡Ay! Amigo mío, y qué concepto se ha formado ud. De mí? Por casualidad, o mejor diré, porque Dios ha querido, me hallo de general sin saber en qué esfera estoy: no ha sido esta mi carrera, y ahora tengo que estudiar para medio desempeñarme, y cada día veo más y más las dificultades de cumplir con esta terrible obligación».
Al saber que era el mismo San Martín el que marchaba en su auxilio, le escribió lleno de efusión: «No se decir a ud. Cuánto me alegro de la disposición del Gobierno para que venga de jefe del auxilio con que se trata de rehacer este ejército; ¡ojalá que haga otra cosa más que le pido, para que mi gusto sea mayor, si puede serlo! Vuele, si es posible; la patria necesita que se hagan esfuerzos singulares, y no dudo que ud. los ejecute según mis deseos, y yo pueda respirar con alguna confianza, y salir de los graves cuidados que me agitan incesantemente. No tendré satisfacción mayor que el día que logre estrecharle entre mis brazos, y hacerle ver lo que aprecio el mérito y la honradez de los buenos patriotas como ud.» Cuando San Martín se acercaba, le escribe su última carta desde Jujuy, diciéndole: «Mi corazón toma aliento cada instante que pienso que ud. se me acerca, porque estoy firmemente persuadido de que con ud. Se salvará la patria, y podrá el ejército tomar un diferente aspecto. Empéñese ud. En volar, si le es posible, con el auxilio, y en venir no sólo como amigo, sino como maestro mío, mi compañero y mi jefe si quiere, persuadido que le hablo con mi corazón, como lo comprobará la experiencia».
Animados de estos generosos sentimientos, se dieron por la primera vez en Yatasto el abrazo histórico de hermanos de armas, el vencedor de Tucumán y Salta recientemente derrotado en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma, y el futuro vencedor de Chacabuco y Maipú, libertador de Chile y el Perú, que por entonces sólo podía ostentar el modesto laurel de San Lorenzo. San Martín se presentó a Belgrano pidiéndole órdenes como su subordinado. Belgrano le recibió como al salvador, al maestro, y debió ver en él a su sucesor. Empero, a aquel le repugnaba asumir el mando en jefe, humillando a un general ilustre en la desgracia y ni aún quiso ocupar el puesto de Mayor General para que había sido nombrado ostensiblemente, lastimando a los jefes fundadores de aquel glorioso y desgraciado ejército, y así lo manifestó al gobierno. El gobierno, empero, que consideraba una necesidad militar la remoción de Belgrano, y el mando en jefe de San Martín una conveniencia pública, significó a éste por el órgano de uno de sus miembros: «No estoy por la opinión que manifiesta en su carta del 22 (de diciembre), en orden al disgusto que ocasionaría en el esqueleto del ejército del Perú su nombramiento de Mayor General. Tenemos el mayor disgusto por el empeño de ud. en no tomar el mando en jefe, y crea que nos compromete mucho la conservación de Belgrano».
La Posta de Yatasto fue declarada Monumento Histórico por Decreto Nº 95.687 del 14-7-1941. La placa de homenaje colocada en el edificio por la Sexta División del Ejército dice:» San Martín y Belgrano se encontraron por primera vez en esta casa, en enero de 1814, concordando el genio militar y la abnegación – el verbo de la emancipación americana».
Yatasto, nuestro medio, debe su nombre a este encuentro tan caro a la historia argentina y latinoamericana, sinónimo de revolución y libertad.