Inicio » Cultura & más » Gustavo Cerati… “Nadie me vio partir, lo sé, nadie me espera»
Gustavo Cerati. Yatasto Noticias & Cultura

Gustavo Cerati… “Nadie me vio partir, lo sé, nadie me espera»

Gustavo Adrián Cerati nació en Buenos Aires, el 11 de agosto de 1959. Fue un músico, cantautor, compositor y productor discográfico argentino, considerado uno de los más influyentes y reconocidos músicos del rock iberoamericano y una leyenda del rock latinoamericano. Murió a los 55 años, el  4 de septiembre de 2014 tras cuatro años de permanecer en coma por un accidente cerebrovascular. «Comunicamos que hoy en horas de la mañana falleció el paciente Gustavo Cerati como consecuencia de un paro respiratorio», fueron las palabras del médico Gustavo Barbalace de la Clínica ALCLA, donde estaba internado el músico.

Podrá haber partido su cuerpo, pero su legado es eterno y por eso compartimos estas 57 curiosidades de Gustavo Cerati.

1 Gustavo Adrián Cerati Clark nació el 11 de agosto de 1959, a las 6:30 am.

2 A los 9 años recibió su primera guitarra.

3 Era zurdo pero tocaba como diestro.

4 Cuando era niño dibujaba mucho creando personajes de historietas.

5 En alguna ocasión Cerati le estaba comprando un vestido a su madre en Los Ángeles y repentinamente sintió que alguien lo cogía por la espalda. Al darse vuelta vio que se trataba de Axl Rose. Sí, el vocalista de Guns N’ Roses estaba tratando de huir de una fanático y usó a Cerati como escudo. Lo más curioso es que Axl jamás supo a quién usó para esconderse.

6 «Viene hacia mí, cuando el mundo enmudece y no es tan real, solo pasatiempo». Esta fue la estrofa que Cerati eliminó de la canción ‘Música Ligera’.

7 Para el programa piloto ‘Móvil 8’, los tres integrantes de Soda Stereo actuaron y tocaron ‘Té para tres’. Es el videoclip que se le conoce a esa canción.

8 Se filtraron tres temas inéditos de Cerati que corresponden a las sesiones de grabación de su segundo disco en solitario, Bocanada (1999), y del tercero, Siempre Es Hoy (2002).

9 Según Richard Coleman, amigo íntimo de Cerati, este último «comía como una fiera salvaje».

10 Era un gran lector y de ahí rescataba ideas que debía utilizar enseguida.

11 ‘Lago en el cielo’ fue la última canción que Cerati interpretó. Lo hizo durante un concierto en Caracas (Venezuela), lugar donde le dio un derrame cerebral que lo llevó a entrar en coma y finalmente morir.

12 Alfredo Lois, considerado ‘el cuarto Soda’, tenía toda la atención de Cerati al inicio de Soda Stereo.

13 El método de composición de Cerati fue siempre la música primero, y luego llegaba el momento de acoplar una letra.

14 Lloró de la emoción al ver que su canción ‘Verbo carne’ era grabada por una orquesta de cincuenta personas en el estudio Abbey Road, de Londres, Inglaterra.

15 Empezó a tocar la guitarra en una iglesia católica, pero al crecer se alejó de la idea, la práctica y del culto católico.

16 ‘Entre remolinos’ de ‘Dynamo’ era una de sus canciones favoritas de Soda Stereo.

17 La canción ‘Corazón delator’ de ‘Doble vida’ fue creada con una idea orquestal que no pudo ser realizada. En ’11 episodios sinfónicos’ Cerati pudo realizar aquel concepto.

18 Un día después de que se separó Soda Stereo aparecieron promotores ofreciendo absurdas sumas de dinero para reunir de nuevo a la banda.

19 Reconocía que los video clips del disco ‘Bocanada’ fueron realmente muy malos.

20 Una de las guitarras favoritas de Cerati fue la Paul Reed Smith Multifoil Special Model.

21 Cerati no era muy aficionado al fútbol, pero admitió en el programa argentino ‘La Cueva’ que era hincha de Racing.

22 Cerati hizo la banda sonora de la película argentina ‘+ Bien’. Pero además de esto él actuó en el filme.

23 A mediados de los noventa, cuando el acceso a internet era restringido, Cerati logró enterarse de información confidencial por medio de un chat. «Empecé a comunicarme con gente sin que supiera que era yo. Recuerdo que había un tipo zafado que estaba revelando secretos militares de Estados Unidos. Me contó que se tiene que cambiar constantemente de clave porque lo viene persiguiendo la CIA», aseguró el argentino.

24 Cerati tenía conflictos con la forma en que la tecnología había consumido la música, aseguraba que «el vinilo es la máxima expresión musical que existe».

25 Estaba enamorado de Nueva York. Era una ciudad que le encantaba no solo para trabajar, también pasaba tiempo libre allí.

26 En el 2006 una tromboflebitis lo obligó a parar su adición al cigarrillo. Llegó a fumar 40 cigarrillos en un día.

27 Buenos Aires siempre fue su lugar de residencia, aseguró que sencillamente no se imaginaba en otro lugar.

28 Antes de adentrarse al mundo del rock, estudió publicidad. Durante sus estudios conoció a Zeta, futuro bajista del grupo y a Charly Alberti, quien fue el baterista de Soda Stereo.

29 Su carrera como solista inició a comienzos de los años 90 (en paralelo con Soda Stereo), pero adquirió impulso cuando la banda se disolvió.

30 El nombre del famoso grupo argentino dirigido por Cerati surgió como producto de un pasatiempo de Gustavo y Zeta: durante las materias aburridas en la universidad, anotaban en un cuaderno nombres graciosos de conjuntos de rock.

31 Fue el primer artista de Latinoamérica en utilizar el formato de disco compacto (CD) gracias a su trabajo con Soda Stereo en el álbum ‘Signos’.

32 Soda Stereo fue el primer grupo de rock en castellano en presentarse en los Estados Unidos como único grupo del evento.

33 Cerati participó como autor y productor de algunas canciones de Shakira. Algunos de sus temas fueron ‘No’, ‘Día Especial’ y ‘Devoción’.

34 Era un hábil deportista, de joven fue nadador y practicó atletismo.

35 Su banda favorita fue The Police, es una de sus principales influencias musicales. También puso sus ojos sobre el trabajo de Queen, David Bowie y The Cure. Yatasto Noticias & Cultura

36 Antes de Soda Stereo, Cerati formó algunas agrupaciones como Savage, Vozarrón y un trío llamado Triciclo.

37 Con Soda Stereo grabó siete discos: ‘Soda Stereo’ (1984), ‘Nada personal’ (1985), ‘Signos’ (1986), ‘Doble vida’ (1988), ‘Canción animal’ (1990), ‘Dynamo’ (1992) y ‘Sueño Stereo’ (1995).

38 Como solista grabó cinco álbumes: ‘Amor amarillo’ (1993), ‘Bocanada’ (1999), ‘Siempre es hoy’ (2002), ‘Ahí vamos’ (2006) y ‘Fuerza natural’ (2009).

39 Cerati adoraba la música electrónica y por ello tuvo un proyecto llamado ‘Plan V’ junto a los chilenos Andrés Bucci, Guillermo Ugarte y Christian Powditch. De ese momento quedaron dos álbumes: ‘Plan V’ (1996) y ‘Plan Black V Dog’ (1998).

40 El argentino estuvo casado en dos ocasiones: primero con Belén Edwards y luego con Cecilia Amenábar.

41 De su matrimonio con Amenábar nacieron Benito y Lisa Cerati.

42 Una de sus colaboraciones más recordadas fue con la agrupación Bajofondo, liderada por Gustavo Santaolalla. Interpretó ‘El mareo’ junto a la banda.

43 Su color favorito fue el amarillo. Hizo referencia a eso en su álbum ‘Amor amarillo’.

44 Se dice que Cecilia Amenábar fue el amor de su vida, a ella dedicó el manuscrito de la canción ‘No necesito verte’.

45 Alcanzó a colaborar musicalmente con su hijo Benito y de hecho él participó como compositor en las canciones ‘Adiós’, ‘Fuerza Natural’, ‘Desastre’ y ‘Rapto’.

46 Era fanático de Charly García, pero siempre admitió que no le gustó su etapa con Sui Generis.

47 Fue el primero en aclarar que Soda Stereo no se volvería a reunir más, ya que cada quien había hecho su vida.

48 La canción ‘Crimen’ de su disco ‘Ahí vamos’, originalmente la compuso para Shakira, pero finalmente se la quedó y la publicó como solista.

49 Durante el MTV Unplugged de Soda Stereo, Cerati cantó junto a Andrea Echeverri, de Aterciopelados. Ambos cantaron ‘En la ciudad de la furia’, y mientras lo hacían la colombiana olvidó una parte del coro. Cerati se dio cuenta y cantó lo que faltó.

50 Cerati estuvo a punto de formar un supergrupo con Charly García, y Pedro Aznar.

51 Su primer disco como solista, ‘Amor amarillo’ (1993), lo compuso cuando Soda Stereo estaba en un descanso. Cerati se fue de vacaciones con su esposa y durante el viaje escribió ese disco.

52 Durante una visita a Londres en 1988, Soda Stereo grabó una versión en inglés de los temas ‘Cuando Pase El Temblor’ y ‘Juegos de Seducción’.

53 ‘Fricción’ fue otra banda en la que tocó Cerati. Compartió con Richard Coleman, Fernando Samalea y Christian Basso. Lanzaron su disco debut en 1986 y fue producido por el mismo Cerati.

54 Tenía un gusto muy particular por los ovnis y los acontecimientos relacionados con la tecnología, como la llegada del hombre a la Luna en 1969.

55 ‘Ay nena cómo vas a hacer’ fue la primera canción que Gustavo Cerati registró bajo su firma, según la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (SADAIC).

56 Cerati contó en una entrevista con MTV que el primer disco de Soda Stereo le pareció un desastre, pero les permitió ganar popularidad.

57 Siendo un adolescente trabajó como visitador médico en un Laboratorio.

yatastola-muerte-de-gustavo-cerati-1938898h640

Los primeros pasos de Cerati hasta el éxito

En un verano de 1982 en Punta del Este los caminos de Gustavo Cerati y Héctor Zeta Bosio se cruzarían nuevamente. Este encuentro fortuito, que se había producido varias veces en la Universidad del Salvador donde ambos cursaban la carrera de publicidad cambiaría la vida del rock nacional para siempre. En plena efervescencia new wave, con grupos como The Police a la cabeza, el joven Cerati buscaba músicos que compartieron los mismos gustos musicales para hacer temas propios y en español, luego de varias experiencias con bandas de covers como Savage y Vozarrón.

Con Zeta empiezan a proyectar la formación de una banda que necesita de un baterista en sus filas. Charly Alberti aparece en sus vidas y con el nombre tentativo de Los Estereotipos empiezan a ensayar en su casa. Los primeros conciertos del trío rebautizado definitivamente como Soda Stereo fueron en julio del año 1983 en la discoteca Airport y en el Stud Free Pub. Desde ese momento recorrieron el circuito de pubs, con escala obligada en el Café Einstein y Zero, que representaban el centro de la movida under, donde tocaban Sumo y Virus. Yatasto Noticias. En agosto de 1984 sale el primer disco de Soda Stereo, con himnos bailables, divertidos e irónicos, como «Sobredosis de tv», «Vitaminas» y «Un misil en mi placard», que entran en la discotecas y se popularizan de tal manera que transformarían la industria del rock de los ochenta en Argentina y el resto de América Latina. El resto es leyenda.

Como cantante, guitarrista, compositor y líder de Soda Stereo, Gustavo Cerati grabó los discos: Soda Stereo (1984), Nada personal (1985), Signos (1986), Doble vida (1988), Canción animal (1990), Dynamo (1992), Sueño Stereo (1995), Comfort y Musica para volar (1997) y El último concierto (1997), registro del concierto despedida en River.

En paralelo a su labor con Soda Stereo, el músico realizó otros proyectos artísticos como Colores Santos (1992) junto a Daniel Melero, hasta encontrar su propio camino en solitario. En 1993 en medio de un descanso con Soda Stereo, Cerati edita Amor amarillo, un disco de canciones acústicas y cierta psicodelia. Posteriormente se unió a tres músicos chilenos no profesionales (Andrés Bucci, Guillermo Ugarte, y Christian Powditch) para armar el combo electrónico Plan V, con el que editó un primer discos en 1996.

 

Esos coqueteos con otras músicos anticipan la disolución definitiva de Soda Stereo en mayo de 1997. A partir de allí, Cerati se dedicó a la experimentación electrónica con los músicos anglos en Plan Black V Dog (1998); y después junto al músico Flavio Etcheto, formaron el dúo Ocio con el que grabaron Medida Universal, a mediados de 1999. También participó en un disco homenaje a The Police junto a Andy Summers (guitarrista original del grupo inglés) con una versión del tema «Bring on the Night».

El gran regreso a la canción de Cerati fue con el exitoso disco Bocanada (1999), su segundo disco solista. grabado en los estudios Abbey Road de Londres, que llegó al disco de oro y cuenta con algunos colaboradores cercanos como Flavio Etcheto en teclados, Leo García en coros y voz, Fernando Nalé en bajo y Martín Carrizo en batería. Con las canciones de ese álbum y viejos éxitos de Soda reversionados giró por la Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, México, Panamá y Venezuela.

Luego de la gira de 2007, Soda Stereo no se volvió a reunir.    / Archivo

En 2001 tuvo una experiencia como actor en la película «+bien», del director Eduardo Capilla y compuso también la banda de sonido, nominada como Mejor Album Instrumental Pop para los Grammy Latinos. En ese mismo año el cantante decidió armar un nuevo proyecto tan arriesgado como lírico junto a una orquesta sinfónica dirigida por Alejandro Terán. En 11 episodios sinfónicos, Cerati renueva versiones de clásicos como «Persiana americana» o «Canción animal». La gran presentación de ese material tuvo lugar en el Teatro Colón de Buenos Aires. Con ese impulso artístico, seguirá buscando un sello distintivo de elegancia y modernidad en sus producciones solistas: Siempre es hoy (2002); Ahí vamos (2006) y Fuerza natural (2009).

En medio de su trabajo como solista se produjo la esperada vuelta de Soda Stereo. Otra vez reunido a sus viejos compañeros de ruta, Zeta Bosio y Charly Alberti, se embarcó para el cierre definitivo de una etapa con Soda Stereo en la gira Me verás volver, que entre 2007 y 2008, lo llevó a realizar 22 conciertos despedida en nueve países. Pasado el revival, el cantante se concentró nuevamente en su carrera solista con Fuerza natural, un nuevo álbum de canciones con el que estaba embarcado en una gira por América Latina junto a su banda integrada por Leandro Fresco (teclados), Fernando Nalé (bajo), Richard Coleman (guitarra eléctrica), Gonzalo Córdoba (guitarras), Anita Álvarez de Toledo (coros) y los bateristas Fernando Samalea (en la primera etapa de la gira) y «Bolsa» González (en este tramo final). Su último show fue en Venezuela, donde había demostrado que a los cincuenta años seguía siendo un artista clásico y vanguardista, pero sobre todo un hacedor de canciones que cautivó a varias generaciones.  Yatasto es Cultura.

Cumbre de Soda Stereo, el regreso más esperado.    / Archivo

Su última gira en Venezuela

Media hora antes había terminado el último show del tour de Fuerza natural por Latinoamérica y Estados Unidos. Gustavo estaba contento y agotado, empezando a relajarse después de un mes y medio de aviones, hoteles, fiestas y conciertos. Había sido una de esas noches en las que todo salía bien: el campus de la Universidad Simón Bolívar de Caracas estaba lleno y la banda había sonado como un organismo vivo y poderoso. Después de comer con el resto del equipo en una de las carpas montadas detrás del escenario, el sonidista Adrián Taverna y el guitarrista Richard Coleman acababan de entrar a su camarín para charlar un rato. Eran sus más viejos amigos, se conocían desde comienzos de los ‘80, antes de que Soda Stereo grabara su primer disco. Cuando terminaban los conciertos, Taverna solía pasar un rato por su camarín para hablar sobre cómo había salido todo. Era una especie de ritual. (…)

Hacía calor. Era una noche espesa en Caracas. En el camarín había un espejo, luces ambientales, dos sillones blancos, unas sillas de plástico y una mesa con frutas, botellitas de agua y latas de cerveza. El lugar estaba en un pequeño valle rodeado de montañas. Durante el show, varias nubes habían invadido el escenario dejando a la banda a ciegas. (…) Afuera del camarín general estaba lleno de gente y Taverna encontró al resto de la banda organizando la foto grupal que sacaban cuando terminaban algún tramo de la gira. Fernando Samalea, el baterista, estaba trepado a una silla de plástico, acomodando la cámara arriba de un mueble para que disparara en automático. Mientras se amontonaban según las indicaciones de Samalea, se dieron cuenta de que faltaba Gustavo y alguien le gritó que fuera, que sólo faltaba él. Gustavo apareció a último momento y se paró atrás de Taverna. El primer disparo de la cámara salió sin flash, así que Samalea pidió que nadie se moviera y se volvió a subir a la silla para reprogramarla. Taverna se dio vuelta para decirle algo a Gustavo y lo vio pálido, con los ojos desorbitados.

–¿Te sentís bien? –le preguntó.

Gustavo abrió la boca para contestarle, pero no acertó a decirle nada. Fue como si los músculos de su mandíbula no encontraran las palabras. Entonces la cámara disparó su flash y todo el equipo quedó registrado en la última foto de la gira. A su alrededor el grupo se empezó dispersar y Gustavo caminó confundido hacia su camarín.

Mientras lo veía alejarse, Taverna le pidió a Bernaudo que lo acompañara a ver qué le pasaba. Cuando entraron, Gustavo estaba tirado en el sillón, con el saco a un costado, la camisa desabrochada y la boca entreabierta. Pensaron que tenía un pico de presión o que tal vez le había dado un infarto. Bernaudo corrió a buscar a los paramédicos y al ratito volvió con dos chicos que no tendrían más de viente años y que al ver a Gustavo Cerati descompensado no supieron qué hacer. Charly Michel, el kinesiólogo que viajaba con el equipo, revisó qué remedios tenían los paramédicos en sus bolsos y les pidió que fueran a buscar la camilla. Gustavo se podía mover pero estaba como abrumado, lento, y no podía hablar. (…)

Pasó casi una hora hasta que lograron desalojar completamente el lugar: no querían que la descompensación se convirtiera en noticia. Un rato más tarde, dentro de la ambulancia, mientras atravesaban los suburbios residenciales de Caracas a la medianoche, Gustavo todavía parecía estar experimentando cómo el software de su conciencia se enrarecía: estaba acostado en la camilla con los ojos abiertos pero con la mirada perdida.
Dejaron atrás una zona industrial con fábricas, concesionarias de autos y un bingo abandonado antes de llegar al Centro Médico Docente La Trinidad. Cuando bajaron la camilla en la entrada del sector de Emergencias, se encontraron con que los pasillos estaban a oscuras: se había cortado la luz. Mientras avanzaban se cruzaron con una enfermera que les dijo que el grupo electrógeno del hospital sólo funcionaba para la terapia intensiva y los quirófanos, así que volvieron a cargarlo en la ambulancia y lo llevaron hasta otro centro de estudios de la ciudad para que lo atendieran. Una hora después, cuando terminaron de hacerle los exámenes, lo volvieron a trasladar a La Trinidad. Ya había vuelto la luz y lo dejaron unas horas en observación en la guardia, pero como no presentaba ninguna mejoría ni los médicos tenían un diagnóstico de su estado, a eso de las cuatro de la mañana lo alojaron en la suite presidencial del tercer piso y llamaron por teléfono a un cardiólogo, que les dijo que recién iba a poder ir a las diez. (…)

Al día siguiente, Gustavo se despertó en la clínica consciente pero confundido. El sueño no había tenido su efecto reparador y después de unas horas de inconsciencia se sintió, por primera vez, en un cuerpo que no le respondía del todo. No podía hablar y su costado derecho estaba entumecido, como si sus funciones cerebrales estuvieran replegándose de una parte de su cuerpo.

Cuando Taverna volvió a la clínica a media mañana, lo encontró acostado en la cama, agarrándose el brazo derecho y tocándolo con curiosidad y cierta desesperación.

–¿Cómo te sentís? –le preguntó.

Pero Gustavo no respondió. Se tocaba el brazo, lo agarraba y lo levantaba sin conseguir que se moviera. Un rato después se puso a golpear la baranda de la cama con la mano izquierda con un ritmo fastidiado, lleno de impotencia.

En un momento, se sentó en la cama y trató de levantarse, pero tenía varias cánulas conectadas, así que Taverna tuvo que ayudarlo a caminar esos dos metros hasta el baño. Cuando entró, se vio en el espejo, se quedó quieto y empezó a tocarse la cara, extrañado. Lo miró a Taverna a través del espejo y después volvió a mirarse.

La comisura derecha de la boca se le había dormido y le daba un rictus de rigidez al lado derecho de su rostro. Su cara ya no era del todo su cara.

Al mediodía una enfermera entró a la habitación con la bandeja del almuerzo. Taverna le dijo que no creía que Gustavo tuviera hambre, pero él le agarró el brazo fuerte dándole a entender que sí. Entonces, Taverna le pidió que la dejara sobre un mueble que había y agarró el control remoto de la cama para levantar el respaldo y que Gustavo quedara sentado. Mientras el respaldo subía, no pudo resistirse y se puso a jugar con los botones, volviéndole a bajar el torso y levantándole las piernas: fue la primera vez en el día que la cara de Gustavo adoptó un gesto parecido a una sonrisa. Finalmente Taverna lo dejó con el respaldo levantado y le acercó la bandeja. Cuando la apoyó sobre la cama, le sorprendió que sin tener todavía un diagnóstico sobre qué le pasaba a Gustavo le dieran un menú común de caldo de verdura, pollo con salsa, ensalada y banana frita.

Después de tomar la sopa muy despacio, Gustavo agarró el tenedor con la mano izquierda y trató de desmechar el pollo, pero sólo logró salpicar las sábanas con la salsa y desparramar la comida. Taverna lo ayudó a cortar y Gustavo comió con la voracidad de siempre. Su amigo pensó que tenía que ser una buena señal.(…)

A la hora del té Taverna le preguntó si tenía hambre y Gustavo movió la cabeza indicando que sí. Con Bernaudo, su asistente, trataron de averiguar qué quería comer. Como le gustaban las arepas, le preguntaron si quería una. Gustavo volvió a contestar que sí. Después le preguntaron si quería de carne, de queso o de pollo, pero ya la comunicación fue imposible. Bernaudo fue hasta un puesto y volvió con una de carne desmechada, una de queso y una reina pepeada, de pollo y palta. Sentado en el sillón, Gustavo se comió la de carne desmechada y media de queso. Cuando terminó, se acostó en la cama y le hizo una seña a Taverna para que prendiera la tele.

Taverna agarró el control remoto, prendió el televisor y empezó a hacer zapping hasta que Gustavo le sacó el control y se puso a pasar los canales sin detenerse en ninguno. —Pero pará en alguno —le dijo Taverna. Después de dar varias vueltas por la programación con el control remoto, que sí le respondía y con velocidad, dejó una película ya empezada. Era Dark City, un film noir de ciencia ficción en el que el protagonista es acusado de asesinato pero sufre de amnesia y no recuerda qué pasó, así que tiene que darse a la fuga para escapar de la policía y, sobre todo, ganar tiempo contra su memoria: su cerebro lo está traicionando. Mientras veían la película una enfermera entró a la habitación con la cena. Una bandeja con un plato de fideos, otra sopa, una papa hervida y gelatina. Esa noche se quedaron Charly Michel y la corista Anita Álvarez de Toledo, una de sus mejores amigas. Taverna regresó al hotel pensando que al día siguiente iban a volver a casa. (…)

La segunda noche en la clínica Gustavo también durmió poco y, a la mañana, cuando las enfermeras entraron a la habitación para controlar su estado, lo encontraron sacudiéndose y agarrándose la cabeza con su brazo izquierdo. Tenía los ojos apretados, como si estuviera sufriendo un dolor insoportable. Taverna llegó a la clínica cuando unos camilleros estaban sacando a Gustavo de la habitación para hacerle una tomografía y lo acompañó. En la sala, ayudó a levantarlo para acomodarlo en la camilla de plástico y le sacó una cadenita con un parlante que tenía en el cuello. Acostado en el tomógrafo, Gustavo se movía dolorido y los enfermeros le pedían: —Gustavo, quédate quieto, por favor, quédate quieto. Como no lograban que se calmara, le pidieron a Taverna que entrara y lo sostuviera.

—Ya está, Gus, ya termina —le dijo Taverna, pero Gustavo siguió moviéndose, hasta que en un momento pareció quedarse dormido. Después lo volvieron a acostar en la camilla y lo empujaron por los pasillos hacia otra sala para hacerle un centellograma. Cada tanto abría los ojos muy despacio y los volvía a cerrar. Cuando llegaron, la camilla no pasaba por la puerta y Taverna tuvo que cargarlo. —Agarrate —le dijo. Mientras lo levantaba, Gustavo tiró su brazo por atrás del hombro de su amigo. Taverna lo sentó en la máquina donde le iban a hacer el estudio. Tenía la mirada perdida y la boca entreabierta. Después del estudio lo volvió a cargar en la camilla, lo tapó con una frazada y los enfermeros lo llevaron al cuarto piso para hacerle otro análisis. Media hora más tarde lo dejaron en la habitación y decidieron avisarle a la familia. Gustavo había sufrido un ACV y su cerebro se había inflamado tanto que estaba haciendo presión contra el cráneo. Tenían que operarlo con urgencia.

Un estadio lleno de fans, Cerati en pleno recital.    / Archivo