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Para el padre de Luján Peñalva fue muerte violenta y no suicidio

Gustavo Peñalva busca una respuesta para sus dudas sobre la muerte de su hija. Yatasto

Gustavo Peñalva busca una respuesta para sus dudas sobre la muerte de su hija. Yatasto

El padre de Luján Peñalva presentó la recusación del Juez Farah. Asegura que la muerte fue violenta y la investigación continúa.

El Juez explicó que se trata de una muerte violenta y que continúa en trámite la investigación y que él jamás descartó nada, en virtud que todavía no se emitió una resolución.

Aclaró que continúa como Juez al frente de este caso, sin perjuicio de lo cual, ingresó una presentación de Gustavo Peñalva, padre de Luján, quien planteó su recusación.

La hipótesis y el recuerdo triste de Gustavo Peñalva

Hallaron a su hija Luján y a una amiga, Yanina, en un descampado de Río Ancho. Desde el Gobierno declararon de inmediato que se trató de un pacto suicida, versión que Gustavo y toda la familia Peñalva nunca aceptaron y siguen cuestionando con incansable fervor.

“Siempre pensé que eras un ángel… justiciera, amable, respetuosa, y decías que cuando fueras famosa ayudarías a los abuelitos, a los niños especiales y a los animales. Yo estoy convencido que podrás ayudarlos desde donde estés, mi angelito. No quiero hablar de lo que te extraño porque eso no se puede describir. A veces invento fuerzas para seguir y buscar la verdad de lo que pasó, mi vida. En las noches espero soñarte, y muchas veces en los sueños consigo tenerte a mi lado. En el último sueño te abracé y no te quería soltar…”, es un párrafo de la carta que se animó a escribirle a su hija en el muro de facebook “Justicia por Luján”.
Gustavo Peñalva tiene 51 años y el 15 de junio pasó el peor de sus cumpleaños. Sin su hija y sin las respuestas que busca y espera de la justicia, “ya no hay celebraciones posibles en nuestra vida”, asegura.
Tiene un taller de soldaduras especiales en la San Martín y Laprida. Justo ahí esperó en vano a Luján el sábado 14 de julio de 2012. Ella le había propuesto almorzar juntos porque tenía algo que contarle. “Estoy saliendo” le escribió al celular. “No llegó. No contestó el teléfono y me imaginé una chiquilinada pero nunca este final”.
Gustavo no duda al decir: “Perseguimos la verdad y tenemos la sensación de que muy pronto se sabrá. Contamos con datos muy importantes y nos mordemos la lengua para no revelarlos hasta que los reciba el nuevo juez de la causa, el doctor Arancibia. Tengo la esperanza de que le ponga voluntad a la lectura de las pericias”.
Y la verdad puede ser la bisagra en una vida. “La orden fue «suicidio’. Desde ahí no hubo lugar en la Justicia para las dudas. Urtubey metió la pata porque venían pasando cosas feas en la provincia y él las quiso tapar de alguna forma. Yo lo conozco a Urtubey y sé que no le importa nada más que el poder y el dinero. Yo estuve en una reunión con él y no tuvo ni un gesto de humanidad. Le juré que iba a buscar justicia porque no había motivos para que mi hija tomara esa determinación”, recuerda y agrega: “Luján no tenía un plan con Yanina para suicidarse. Ella llamó a una amiga para que la acompañara a almorzar conmigo y esa amiga no podía y le sugirió que la llamara a Yanina y así fue. También se dijo que peleó con Sandra, su mamá, la noche antes de desaparecer. Eso es mentira. Luján llegó tarde y yo le reclamé la hora. Nada más. Mi relación con ella era hermosa. Era mi consentida, mi orgullo. Yo la acompañaba y la cuidaba mucho. Luján no acostumbraba a llegar tarde ni a apagar el teléfono, por eso salí alocado a buscarla cuando no llegó a almorzar”.
Gustavo toma ánimo al recordar a Luján y saltan destellos de su alma. Sus ojos reflejan chispazos del hombre que fue. Del padre perdido en su laberinto de preguntas. Recuerda una de las mejores experiencias compartidas con su hija: “Hice teatro un año con mi hija, lo disfrutaba porque estaba con ella”. “La cuidé demasiado, tal vez le faltó calle. Era una chica muy ingenua, guagualona. Si era más canchera capaz que se salvaba”. La elogia sin consuelo: “Era muy coqueta. Nunca vi unas uñas más bonitas que las de Luján. Ella se levantaba cantando. Era feliz”.
Y aclara: “Muchos pueden pensar que fabulamos a partir del dolor. La verdad es que el dolor existe, pero no la fábula. Somos muchos los que dudamos y nos sorprende que no se investigue.
La UBA no puede mentir con sus análisis. El perito de parte que contratamos, que es Delgado, un reconocido catedrático de la Universidad Católica, no va a jugarse la reputación por mi causa. El se acercó no menos de 10 veces al árbol y con muñecos del mismo peso de las chicas y con la misma cuerda, concluyó que es imposible que lo hayan hecho solas.
Este perito cree que es muy probable que hayan estado bajo el efecto de alguna sustancia, que podría ser la escopolamina, que deriva del floripondio.
Pero el forense oficial no hizo las pericias para esta sustancia.
El perito Delgado cree que no fue un suicidio porque no convulsionaron. Todo hace pensar en otra forma de muerte porque no tenían lesiones compatibles con el ahorcamiento”. Y agrega: “Encontramos en 200 fotos que nos hicieron llegar en forma anónima, huellas de moto, de vehículo, una entrada desde la autopista. Dicen que las chicas atravesaron 200 metros de monte y es tan espeso que yo no pude avanzar más de 3 metros. Las botitas de las chicas estaban limpias y sus prendas también, ni tierra ni espinas ni una semilla, nada. Yo caminé por ahí y quedé con tierra hasta las rodillas. Solo encontraron 5 pisadas del pie derecho de las chicas, ni un paso consecutivo, derecho e izquierdo. Ni hablar de la mancha de sangre de 45 centímetros en la ropa íntima de Luján que asciende por el bolsillo trasero desafiando la gravedad. Si está colgada, no puede subir”.